domingo, 14 de octubre de 2007

Pedriza, Vellón, escalada y evasión

Hay una vertiente de la escalada a la que me quiero referir hoy, y es la utilidad de la escalada como válvula de escape de los problemas personales. Este fin de semana me ha tocado refugiarme en las paredes de la Pedriza y los bordillos de El Vellón para encontrar calma a una nueva brecha abierta, allí donde las heridas más duelen, eso que llamamos el corazón. Creo que de no haber podido salir a trepar me hubiera tocado pasar más de una noche en el infierno, donde también llueve sobre mojado, tal y como dice el crack de cracks de la música, mi admirado Sabina.

En su lugar cogí la amalgama de sentimientos, de dolor, de frustración, de pena y nostalgia que todo el mundo siente cuando la persona a la que quiere le da un portazo y, los metí en la misma mochila que mi juego de 14 cintas exprés, mi cuerda Roca Free, mis 3 pares de pies de gato, mi arnés petzl, 2 ó 3 barritas energéticas, el "papel de fax", el esparadrapo y el forro polar.

En la otra mochila, metí un saco de dormir, comida, el hornillo, un frontal, mecheros, comida, una esterilla aislante convencional y otra hinchable, otro forro polar, mi kit de limpieza de lentillas, las lupas de ver, la guía de escalada de la pedriza de Barrabés, mi pantalón de escalada y una camiseta vieja con las mangas recortadas que es mi favorita para escalar.

El plan era quedar con "Avista" a las 15:00 del sábado en el puente de madera de Cantocochino, hincharnos a escalar placas pedriceras para que el probase la evolución de su lesión en el dedo y el domingo, si todo iba bien, escalar en Patones. Así lo hicimos. No acompañó el excesivo calor que me tuvo un buen rato medio atontado, pero no nos fuimos descontentos, a pesar de lo mal que se me da la adherencia me llevé "15.000 escaladores egoístas" un 6a al enésimo pegue y apunto estuve de encadenar también "Pepi" 6b, al 2 pegue. "Avista", que llevaba como desde la edad de bronce sin escalar, se anotó también el 6b y demostró lo buen escalador que fue y que apoco que siga con el fanatismo, volverá a ser. Estamos hablando de un tío que ha encadenado más de 7a y eso son palabras mayores.

Parece que el analgésico contra mi mal de amores funcionaba, había buen rollo, así que tras pillar una botella de vino en el Eroski de Manzanares, ya totalmente de noche, subimos a Quebrantaherraduras y en una zona con unas mesas de piedra cenamos, reímos y nos metimos en el saco a dormir... soñé con ella, no fue un mal sueño así que pude descansar. No sé que hora sería cuando me dí cuenta que tenía un frío en la cara fuera de lo normal, cerré el saco del todo giré la cabeza y ya no volví al reino de los vivos hasta pasada las 9 del día siguiente.


"Avista" me convenció de cambiar Patones por el Vellón, su dedo estaba respondiendo pero no quería forzar y de ir a una Avista probando Mercenaria placa vellonera cotada 6b
escuela de canto prefería que estos fueran asas. Es decir, que después del desayuno de rigor con café y croissant plancha de la cafetería la Picola, de Soto del Real, nos vimos a las 11 aparcando allí. Probablemente la escuela más calurosa de Madrid, en el día más caluroso del Otoño. "Avista" es un tío de puta madre y me lo pasé muy bien, pero por momentos creí que nos cocíamos. Se me bajó la tensión por los suelos y las vías que encadené las encadené por el factor "huevos" a saber, "Capitán Nemus" 6b+ (muy buena vía), "La invasión de los kumbas" 6b (corta pero interesante, con dos tramos, un desplome de muy buen canto y fácil y una salida a la reunión plaquera y fina), "Muerte entre las flores" 6b+, una bonita placa, rara avis en el Vellón y fui tumbado por "Me gustan las chinitas" 6b porque 80 kgs no son fáciles de mover a 30º cuando los tienes que sujetar de un mono dedo de primera falange. "Avista" que cada vez que ve una placa parece que le dan cuerda, se la encadenó sin mucha dificultad y es que, una vez más, quien tuvo retuvo.

En fin, esta entrada me ha quedado, seguro, demasiado personal... pero la escalada no es practicada por máquinas, somos "fruta de sangre, crecida en el asfalto" (de nuevo mi admirado J. Sabina) y los escaladores a veces también huimos de nuestros fantasmas. Pasando miedo en una placa, o resoplando en los desplomes no se puede pensar en ellos y sale más barato para el bolsillo y para nuestra salud que purgar las heridas a base de whiskys. ( si hay que recurrir a la bebida que sea para echarse unas risas en un bar y yo el primero). Los problemas no desaparecen, ella no me va a llamar diciéndome que no puede pasar sin mí. Pero al menos nos llevamos un buen pete de brazos, historias que contar y la sensación de que quedan cosas que merece la pena disfrutar, las podamos compartir con la persona a la que queremos o no.

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