lunes, 18 de febrero de 2013

Cualquier actividad física es complaciente con la rutina y severa con la inconstancia... Esto, que es una perogrullada, viene al caso, porque en la escalada, donde la condición física va de la mano con un determinado grado de percepción mental, la cosa se complica y ya no es cuestión de que te canses antes, tengas menos fuerza o elasticidad porque te hayas tomado unas largas vacaciones de roca. Muy al contrario, puedes estar hecho un toro, salir a correr 2 dias en semana, hacer pesas y practicar otros cinco deportes simultaneamente, que si dejas de escalar por la razón que sea, volver no va a resultar nada pero nada fácil.

El miedo distorsiona la realidad como también lo hace el exceso de confianza. En ambos casos una situación potencialmente inofensiva puede tornarse automáticamente en algo peligroso, y lo curioso, es que somos nosotros, quienes modificamos las circunstancias: El seguro está igual de lejos, la regleta es igual de ancha y la ñapa es la misma mierda a la que nunca antes habías dado importancia. Pero  un día, normalmente después de un largo periodo de ausencia o tras una experiencia desagradable, quieres calentar en la vía que solías hacer con los ojos cerrados y todo a cambiado, aunque la foto del momento refleje los mismos accidentes orográficos y el mismo careto que lleva soportando tu cuello toda tu existencia.

Creo que sólo existe una forma de afrontar la situación y supone una combinación de actitudes y sentimientos: Para empezar humildad y pasión por la "Actividad" (no me gusta llamar deporte a la escalada, me parece que la categoría le resta parte de su grandeza). Estar dispuesto a pasarlo mal donde antes se disfrutaba, a pedir ayuda cuando antes la ofrecías tu, y a saber reirse de uno mismo y, fundamentalmente, a no ponerse plazos, meterse prisa o marcarse más metas que las de disfrutar... Porque la escalada es mala, malísima compañera de las prisas.  Si se consigue esto se conseguirá volver a sentir aquello que nos hizo llegar al punto donde lo dejamos y en este asunto de la escalada, sentir adecuadamente es una herramienta más poderosa que unos brazos fuertes y unos tendones de acero.