domingo, 20 de abril de 2014

Valeria

...Que fácil la vida del escalador "fanático": Currar, si se puede, y escalar todo lo que se pueda. En el mismo raíl van novias, amigos y animales de compañía... Todos juntos en un viaje por la vida sencillo, placentero y barato.

Pero todo cambia queramos o no, y de repente han pasado 10 años desde que empecé a escalar con mis amigos de entonces... Desde entonces muchas caras y nombres de personas que han sido muy importantes en mi vida perdieron la motivación por escalar  o desaparecieron de la escena sin más.   

¿Qué podía haber mejor en la vida que pelear por superar unos metros de roca cada fin de semana o fiesta de guardar?

La vida es complicada, y cuando crees que sabes manejarla, una simple brisa desmonta nuestros frágiles castillos de naipes; otras veces pasada la tormenta, somos nosotros los que no damos con el modo de volver a levantarlos tal y como estaban.

El 1 de junio volvimos a escalar, solo la lluvia nos a apartado de la pared desde entonces, pero las piezas no encajan como antes.   Poseo muchas más cosas y a veces son difíciles de gestionar. No me separo ni media coma de la verdad cuando digo que no necesito nada más material, que no soy rico ni lo deseo, que me bastaría con disponer a mi antojo de las 24 horas de cada día y que el dinero no fuera un problema para seguir haciendo las cosas que ya hago.

Después de 5 años hemos vuelto a hacer un viaje de fin de semana a Valeria.  La última vez no existía Pepa, teníamos otra furgoneta mucho más pequeña y eramos tremendamente felices con el hecho de ser quienes erámos y hacer lo que hacíamos.

De todo lo que hemos sumado en esos cinco años, únicamente Gema, Pepa y la roca son realmente imprescindibles.  Todo lo demás, curiosamente, lo he comprado y a veces me quita tanto como me da. 

Tres días escalando fuera de forma no dan para muchas muescas en el revólver: mi primer 6b+ calicero a vista en más de un año ("Sin ganas de na' "),  mi primer asedio a un 6c que insistí en encadenar mientras este  insistía en que antes acreditase una fuerza de la que no dispongo (L' once de septiembre) y un 6a+ que da nombre a la escuela que me pedía unos conocimientos de diedros y un valor que no te los da un banco y que me costó reunir.

Tres días que han parecido una semana, durmiendo 10 horas, gastando en botellines sin alcohol que venían con buenas tapas de gambas, aceitunas y tortilla de patatas. Disfrutando de largos desayunos amenizados por el suave hacer de un veterano camping gaz que también nos gestionaba cenas calientes a horarios casi británicos que nos permitían el gran regalo de NO TENER PRISA.

No nos ha faltado nada, Valeria ha absorvido gran parte de mi estrés y mi cansancio... y ha vuelto a llevar mis dedos a este teclado. Simple, barato, inmejorable.