martes, 19 de diciembre de 2017

Escalando en Tailandia 2017. Regreso a la Península de Phra Nang (Railay/Tonsai). Parte II: Escalada.

Viene de aquí: Escalando en Tailandia 2017. Regreso a la Península de Phra Nang (Railay/Tonsai). Parte I: Turismo en el Norte Chiang Mai y Chiang Rai

7 de octubre - Chiang Rai-Krabi (sábado)

Nuestro avión de Nok Air
Nuestro vuelo desde Chiang Rai  aterriza sin retraso en el Aeropuerto Don Muang,  pero ni pretendemos quedarnos Bangkok ni tenemos los billetes para volar  hasta Krabi. Así que, en cuanto aparecen nuestras mochilas en la cinta transportadora de equipajes,  corremos hasta el mostrador de la Thai Lion Air.  Esta vez no nos falla la suerte y conseguimos plaza en el vuelo que queremos.

Los dos vuelos para llegar desde Chiang Rai hasta Krabi nos cuestan unos 90 euros por persona,  más de lo que esperábamos, pero dentro de un precio razonable por atravesar el país de Norte a Sur.

El vuelo Bangkok-Krabi tiene una duración estimada de una hora, pero el nuestro duró casi media hora más por problemas de saturación en el tráfico aéreo.  El piloto hace tiempo dándo vueltas en círculo  hasta que la torre de control autoriza la maniobra de descenso.

Al salir de la terminal, un microbús blanco succiona a los turistas según ponen un pie en Krabi y les lleva hasta la puerta de su hotel a cambio de 100 bath por persona (2,5 euros). Es todo tan fácil que es imposible oponer resistencia.

El A-Mansion, está a un paseo de gran parte de lo que merece la pena.  Parece mentira que vayamos a pagar por una habitación como esa menos de diez euros: Aspecto moderno y limpio, espaciosa, con buena cama, y un baño mejor que el de casa con gel y champú incluidos.  El hotel es un acierto total.

Después de instalarnos, nos vamos a cenar al "Food Market" que está en el paseo marítimo, junto al muelle Khong Kha.  Un Food Market es algo genuinamente tailandés, es como una feria de alimentación permanente, donde pequeños empresarios o familias empresarias, montan unos fogones y unas mesas donde recibir a los hambrientos clientes. Éste de Krabi está sin adulterar, y tanto la comida, como los precios, son 100% Thai. Nos encantó.


8 de octubre - Krabi - Tonsai (domingo)

Ir desde Krabi a Ao Nang para coger el bote que nos llevará de vuelta a Tonsai, requiere el ejercicio de esquivar a los taxistas piratas del muelle Khong Kha.  Lo de taxistas piratas no es sólo una expresión, además de serlo en el sentido legal del término, tampoco es que se molesten mucho en esconderlo: Uno de ellos con gran cara de truhán es la réplica viviente del capitán Jack Sparrow.

El "capitán" encabezando a su tripulación mafiosa nos aborda con el fin de intentar organizarnos el transporte, pero no cuela. En un buen gesto deportivo acaba señalándonos el lugar donde paran las Songthaews  (pick up rojas) que por 20 bath por persona te deja en el embarcadero de Ao - Nang

Compartimos la pick up con gente local y dos chicas chinas; una de ellas habla un español bastante aceptable que conserva de su estancia de un año en Barcelona. Mantenemos la charla hasta que nos  
Restaurante-Embarcadero de Ao Nang
 despedimos en el muelle de Ao-Nang, en el mismo lugar donde hace tan sólo tres años compramos los billetes para tomar el bote de popa larga que nos llevaría a descubrir Tonsai y  hacer realidad uno de esos miles de sueños que nos rondan en la vida.

Estamos muy cerca de regresar, exactamente a 15 minutos de navegacion y  las mariposas revolotean en nuestros estómagos mientras los recuerdos se superponen sobre el paisaje que ven nuestros ojos.

No hay tiempo para asimilar el cóctel de emociones, la marea está alta y los botes llegan casi hasta la misma terraza del restaurante que hace de sala de espera.

Cinco minutos más tarde estamos costeando el istmo de la Península de Phra Nang.  A lo largo del litoral vemos nuevos resorts y construcciones que avanzan como un tumor. El día que consigan meter una carretera será el fin de Phra Nang.

Gema y yo somos los únicos en desembarcar en Tonsai,  se nos congela la sonrisa en cuanto reparamos en un aberrante muro de hormigón que  rodea  todo el perímetro de la playa, encajonando contra los muros de roca de los acantilados, la pista asfaltada que lleva al Passook y al resto de alojamientos de Tonsai.

El muro, que es lo suficietemente alto como para tapar la vista a la playa, delimita el espacio que parece que pronto ocupará un nuevo resort de lujo que enterrará para siempre  las etiquetas de salvaje y hippi que caracterizaron esta playa durante décadas.

En 2014 nosotros llegamos justo a tiempo para disfrutar sin saberlo de el estertor de una época, y sin embargo ya habíamos sido avisados de que se cernían nubes muy negras sobre el futuro de Tonsai.
Antes de llegar, esas nubes urbanísticas ya habían barrido  las construcciones de la primera línea de playa,  pero el ambiente aun se mantenía en las que resistían y, especialmente, en las que te encontrabas según ibas subiendo la pista, hoy desaparecida, que partía del Freedom Bar.

Lo que está por venir en Tonsai parece que viene de la mano del grupo tailandés MBK y no del Sheratón como también se rumorea; a los efectos, da exactamente lo mismo.

En este interesante vídeo, Paraíso Difuminándose - Un documental de la escalada en Tonsai
se cuenta la versión más extendida entre los escaladores y locales con los que pudimos hablar allí: Sintetizando mucho, un Resort de 5 estrellas ocupará el lugar perimetrado por el muro. Dicho resort esquilmará el entorno natural y traerá de la mano un turismo que acabará arrinconando cada vez más al viajero de bajo presupuesto que podía permitirse aquí, disfrutar de un entorno paradisíaco con total libertad y en igualdad de condiciones.

En el mismo sentido se explica esta web, Lifegate - "Hotel desplaza a Pueblo de Tonsai separándolo del mar con un muro" pero aquí se hace hincapié en la población local que antes vívía y trabaja con los turistas en pequeños locales a la orilla del mar ha sido desplazada hacia la selva y que en lugar del mar, ahora sus ojos ven un muro de hormigón.

otros enlacevídeos interesantes que puedes consultar sobre es:

Tonsai 2015 - Lado oscuro (Dark Side)

Sin embargo, como suele ser habitual,  parece que  no es el único punto de vista bajo el que contemplar la situación. En la web Vertical Life, Un tal Derek Cheng, hace la réplica y defiende los cambios que vienen: según él la basura acumulada y que puede verse por todas partes en Tonsai y en otras zonas de la península de Phra Nang, fue producida por los propios escaladores y especialmente por los locales que regentaban esos negocios playeros que han sido desplazados por los nuevos propietarios. Cuenta Derek que el trato alcanzado ha sido muy generoso con los locales puesto que aunque estaban ilegales, se les ha indemnizado con una cantidad de dinero suficiente como para reconstruir sus negocios en otro sitio y que además se les ha legalizado, con lo que deberían tener mayor interés por cuidar sus negocios y el entorno del que viven.

Dice también, que no es cierto que esté previsto un resort de 5 estrellas sino que en una de las parcelas irá uno de una estrella y que el resto de parcelas serán alquiladas, pero que en cualquier caso, según las leyes tailandesas, no podrán superar los 6 metros de altura y tendrán que respetar sin construir la distancia de 20 metros sobre la línea del mar en marea alta.

Derek no ve porqué ha de quejarse ningún local puesto que se ha respetado como de libre tránsito la pista que ha quedado encajonada por el muro y que permite el acceso a los negocios que aun quedan en Tonsai y que forma parte también, de los terrenos vendidos al grupo MBK.

Por último, según Derek Cheng, los nuevos cambios traerán necesariamente un entorno más limpio porqué  los nuevos propietarios construirán una adecuada red de saneamientos que entre otras cosas permitirá ver un mar más limpio y hará más salubre el baño.
 
La verdad es que respecto a los comentarios de Derek Cheng  nunca he leído tanta tontería junta. Independientemente de si lo que viene es un resort de una estrella y de que el resto de los alojamientos que vengan tengan una altura determinada y se haga una red de saneamiento para ellos, la realidad, es que toda la jungla que se encuentra a la altura de la playa será destruída. También es cierto que los alojamientos que, bien por propia voluntad y a cambio de dinero, o bien porque no tenían más remedio se han desplazado al interior de la jungla, están causando un gran impacto en medioambiental, y el cuidado del entorno no es precisamente la característica que podría definirlos mejor.

Al final lo que ocurre que cada vez más jungla está siendo ocupada por edificaciones que no deberían estar allí, que los árboles que crean la jungla que llega hasta la playa serán cortados y sustituidos por resorts  que permanecerán cerrados la mayor parte del año.

También es cierto que sigue sin haber ninguna política de gestión de los residuos que o bien, son más o menos escondidos, quemados o vertidos directamente al mar.

El muro es una aberración, es un monumento al desprecio a la belleza de la naturaleza y una barrera física y visual que te expulsa  emocionalmente del lugar en el que estás. 

Lo que quiera que pase a Tonsai está por ver, pero comparto la opinión pesimista de la mayoría. No muy lejos de aquí está el  ejemplo de Phi Phi, el resultado del urbanismo sin control y el tipo de turismo que la visita ahora, mucho menos interesados en su belleza menguante que en la fiesta, el alcohol y en salir corriendo de allí un par de días después de haber llegado.

No olvidemos que  en Phi-Phi empezó la escalada en Tailandia y que hoy en día, nadie va allí con esa finalidad, de hecho, la guía de escalada que llevábamos con nosotros lo desaconseja totalmente.

Pero es que además, sin necesidad de salir de Phra Nang, tenemos el resto de playas, Railay Oeste y Este y Playa de Phra Nang.  Sucesión de resort de lujo a precios inalcanzables para la mayoría y el mismo montón de basura más o menos escondida que en Tonsai. Dejando ya el tema aquí, quiero concluir que ninguno de los resorts  repartidos por la provincia de Krabi ha traído de la mano un buen ejemplo de  respeto y cuidado por el medio ambiente.

Casi en Shock, seguimos andando por la pista asfaltada bordeando el muro hasta llegar al Passook,  sin preguntar otras opciones y reservando de semana en semana, conseguimos un precio de 9 euros al día por un bungalow de madera como el que tuvimos la otra vez:  limpio,  amplio, con cama de matrimonio defendida por una mosquitera taladrada con agujeros varios, sábana tamaño XS y, como extra con el que no contábamos, cobertura WiFi.

Nos dió pena ver que los dueños ya no eran los mismos, pero al menos, los que están ahora son igualmente amables y posiblemente lo lleven también un poco mejor.

El alojamiento estándar en Tonsai, era hasta no hace mucho como es este, con corriente eléctrica de seis de la tarde a seis de la mañana y sin agua caliente ni papel higiénico. Respecto a lo primero no se echa de menos mayor amplitud de horario porqué la electricidad abarca justo los periodos de oscuridad solar y porqué aquí no se viene a apalancarse en casa sino a escalar y a disfrutar del entorno y, respecto al agua, tampoco es algo dramático puesto que la temperatura media es alta y el agua tampoco está fría como la esperaríamos en Europa. El papel higiénico se compra en cualquiera de los mini markets que te encuentras en la orilla de la carretera por 20 o 30 bath el rollo.

He leído en otros blogs, que alojarse en Tonsai, quitando en los nuevos resorts venidos y por venir, es algo para lo que hay que tener estómago por ser lugares sucios y llenos de chinches y cucarachas,  y específicamente he leído estos atributos referidos al Pasook .  No estoy de acuerdo en absoluto.  El Bungalow nos fue entregado perfectamente limpio y una vez a la semana te avisan de que entrarán a cambiar sábanas y volverlo a dejar impoluto, y así fue.  Respecto a las chinches es simplemente falso.    Hay que recordar lo que se paga y donde se está, y se está en medio de la jungla, eso lo hace especial y evidentemente no inmune a los bichos: durante nuestras dos semanas aquí vinieron a visitarnos, monos, gatos, salamandras, escuadrones de mosquitos y también un par de cucarachas. Lo extraño hubiera sido lo contrario.

La realidad es que este tipo de alojamientos, permite que gente de todo el mundo  con todo tipo de situaciones económicas, se mezcle y disfrute de lo mismo y en las mismas condiciones.   Los de siempre parecen  convencidos de que crear un único tipo de alojamiento para un único tipo de bolsillo, el resort de lujo, atraerá más gente y les hará más ricos, y en este caso no les va a funcionar.

 La playa de Tonsai  es muy fotogénica pero no es ni de lejos una playa para el turismo típico de sol y playa,  debajo de esa primera capa de agua está llena de arrecifes de rocas afiladas que no hacen nada cómodo el baño; quizás sea esta la circunstancia que esté salvando por el momento la playa.  Hay quien dice que cuando vendieron los terrenos lo hicieron basándose en fotografías de Tonsai con la marea alta, y que los trabajos se detuvieron al constatar que no era una playa apta para el baño.
Ojalá tengan razón.
Nuestra cabaña del Pasook


Dormitorio del Pasook

Una vez instalados, cogemos el equipo de escalada y el bañador y nos vamos siguiendo el camino hasta el Freedom Bar, pero de nuevo un muro de cemento nos corta el paso.  Han construido un nuevo resort el "Tonsai Bay  Resort" sobre la antigua pista y ahora sólo los alojados en él pueden acceder directamente a la playa.


Nos toca desandar lo andado y volver hasta el embarcadero, atravesar la playa de punta a punta y por fin llegar al Freedom Bar.

Las lágrimas se asoman a mis ojos, el mar está completamente lleno de mierda porque todos los residuos se vierten directamente a la playa, el muro de hormigón me hace sentir en una cárcel y  hay basura por todas partes. Comparado con el 2014, la degradación de la playa es una auténtica aberración y da miedo pensar en lo que acabará convirtiéndose lo que hasta no hace mucho era un auténtico paraíso.

Cuando me empiezo a arrepentir de haber venido, Gema me dice lo que necesito oir, --Estamos aquí, y vamos a intentar pasárnoslo muy bien. Se están cargando Tonsai, sí, pero vamos a intentar sacarle todo el provecho que se le pueda sacar, las paredes siguen, la playa sigue... La jungla aún está.

No queda otra. Compramos un par de esterillas de ratán para la cuerda, nos ponemos los arneses y los pies de gato y nos ponemos a repetir las vías más asequibles del sector Dum's Kitchen Wall de la playa de Tonsai.    El ambiente de escaladores es bueno, muy cosmopolita, son chicos de todas las partes del mundo,  en su inmensa mayoría mucho más jóvenes que nosotros, pero todo el mundo está con ganas de conocer a todo el mundo, los engranajes de nuestro inglés oxidado son inmediatamente estimulados para ponerse a girar.

A media que repetimos algunas de las vías de 2014, voy sintiéndome más animado, la escalada ha sido mi mejor medicina en épocas de mucho estrés y aun hoy, sigue produciendo el efecto de tirar de mi ánimo hacia arriba, para empezar el tratamiento me bastan tres pastillas de lo suiente:

-Schlingel Max (Paan Ta-Rhod) 6a+
-Schlingel Moritz (Rod Yaak) 6b
-y pruebo "Don Quijote de la Mancha" el proyecto que dejé inconcluso en nuestro viaje anterior.   Ésta vez no le veo color y no vengo con ganas de dedicar mi estancia aquí a una sola vía.

9  de octubre (lunes)


Durante los siguientes días jugamos al gato y al ratón con las lluvias monzónicas, y a pesar de que llueve todos los días,  siempre lográbamos encontrar el momento para escalar y saciarnos. Lo que no hacemos es apalancarnos en la  playa de Tonsai: nos hace falta más que un buen encadenamiento, muchas  nuevas vías y metros de escalada, metros que vamos a ir devorando en otras playas de la península, especialmente en los sectores, One, Two, Three Wall y Mua Thai, de Railay Este  y Playa de Phra Nang en el Sur-Oeste.

Sin embargo, antes  de emigrar a conocer la roca de otras playas de la península, conocimos a Paloma, una gallega afincada en Singapur con la que nos encordamos para pelear la roca de Tonsai en una sesión de última hora antes de la caída del sol.

Gema asegurando a Paloma en la playa de Tonsai

Escalar no es que escalaramos mucho porque el ocaso por estas tierras cae de repente sin demasiada transición, pero lo pasamos bien, tuvimos buen ambiente a pie de vía y fuimos observadores y observados por la naturaleza local, los auténticos "tonsianos" un lagarto enorme (varano) y un centenar de monos que volvían de sus correrías por la península de Phra Nang.

Ver a todos esos monos atravesando la playa es un auténtico espectáculo al que tuvimos la suerte de asistir en primera fila.

Ambiente en el Dum's Kitchen Wall de la playa de Tonsai

Varano Tailandés



Monos cangrejeros recorriendo la playa de Tonsai.  Son cientos, la foto recoge unos pocos y a duras penas porque la luz está en retirada.  Vímos este tránsito dos veces y las dos acabamos maravillados.  Ojalá nunca destruyamos del todo su hogar.

Continuara... 


miércoles, 15 de noviembre de 2017

Escalando en Tailandia 2017. Regreso a la Península de Phra Nang (Railay/Tonsai). Parte I: Turismo en el Norte Chiang Mai y Chiang Rai


2017 estaba destinado a ser el año de conocer Chamonix y regresar a Frankenjura, septiembre era el mes elegido y Almudena, Antonio y Cora nuestros compañeros de viaje.

Una semana antes de partir una mala noticia lo cambia todo: Nuestros amigos ya no pueden viajar. Sin ellos, Chamonix deja de interesarnos y Frankenjura puede esperar. Esa misma tarde compramos los billetes de avión a Tailandia sin estar seguros de si hacíamos bien, mal o todo lo contrario.

30 de septiembre, sábado 

Es 30 de septiembre, mi cuñada Pilar y mi sobrina Gema nos acompañan al aeropuerto, Pepa se ha ido a la playa con Almudena y Cora.  Ni pagando todo el oro del mundo hubiéramos conseguido dejarla en mejores manos.
Barajas

15 ó 16 horas después de despegar de Madrid nuestro vuelo de Qatar Airwais aterriza en Bangkok en el Aeropuerto Suvarnabhumi, son las 7 de la tarde.  A pesar de pisar terreno conocido siempre existe el vértigo de si sabremos o no apañarnos bien.   El Airport Train link nos deja en la estación de Phaya Thai y desde allí un taxi y 150 Bath nos conducen a la  intersección de Chakrabongse Road con Soi Rambuttri.  A pie recorremos lo que nos separa del Lampuhouse Hotel (18 euros la noche). Lo hemos conseguido.

Nos despojamos de las mochilas y en cinco minutos estamos de nuevo en la calle, en el corazón del Bangkok mochilero y a tiro de piedra de Khao San Road su epicentro.   La encontramos  tal y como la recordábamos: estruendosa y vital. Hay como cinco bandas tocando en directo en cinco locales contigüos, relaciones públicas tratando de atraerte hacia unas cervezas, gente que va y viene, animadas terrazas, camisetas, bañadores, insectos...  quizás son muchas sensaciones para recién aterrizados como nosotros.

Soi Rambrutti mantiene la tónica pero dos o tres pasos más relajada, la elegimos para nuestra primera noche en Tailandia. Con nuestro primer Pad Thai callejero (45 bath por plato) inaguramos también el viaje por la exquisita gastronomía local. En Tailandia se puede comer tan bien, tan sano y por tan poco dinero, que es en si misma, una razón lo suficientemente sólida como para justificar una visita a este país.   Aquí Master Chief te lo encuentras en los fogones callejeros a 2 euros el plato.

Soi Rambutri la mañana del 3 de octubre

2 de octubre (lunes)

Nos levantamos convencidos de que esta vez no nos quedaremos sin visitar el Gran Palacio y  el Wat Phra Kaew (Templo del Buda Esmeralda), pero las vacaciones se nos están mostrando impredecibles y juguetonas, tanto que un día como hoy deberíamos estar volviendo a España desde Alemania y, sin embargo, caminamos de nuevo hacia el Gran Palacio Tailandés.

Por el camino nos aborda un local, "Si vais al Gran Palacio sabed que está cerrado". Me río en su cara descortesmente, esa ya me la sé,   En el 2014 nos desviaron de este mismo camino tres individuos que nos salieron al paso con el mismo argumento.  Resumiendo: nos hicieron el lío y acabamos dando una tonti vuelta por un canal para ver un muñeco de escayola, tras volver a tierra con 40 euros menos y cara de gilipollas, nos volvió el buen humor y aceptamos con deportividad el engaño. Tropezar dos veces con la misma piedra, sin embargo, ya no tendría nada de cómico.

Pero se nos vuelve a quedar cara de gilipollas porqué esta vez es verdad.   El Gran Palacio estaba cerrado al turismo por los funerales del rey Tailandés, que si bien fue llamado a dejar este mundo el 14 de octubre de 2016, los designios humanos decidieron que los funerales y su incineración tuvieran lugar un año más tarde, precisamente durante este mes de octubre de 2017 .

De nuevo las vacaciones toman decisiones por nosotros, el viaje nos viaja desde el Gran Palacio hasta  la Golden Mountain o Montaña Dorada, uno de los dos monumento que visitaríamos en Bangkok y al que fuimos principalmente por las anunciadas vistas de 360º de la ciudad.  El aspecto monumental tailandés es interesante, pero no es lo que nos ha hecho regresar.


Golden Mountain bajo el monzón de octubre


El autobús 53 nos deja cerca de la estación de trenes, donde dejamos las mochilas en consigna y, como estamos a las puertas del barrio chino, hasta allí vamos dando un paseo para para comer y visitar su  templo del Buda de Oro (Wat Traimit) que como su propio nombre indica alberga una estatua de tres metros de buda  realizada en oro macizo.

Wat Trimit - Buda de Oro
Después de la visita y cansados de la arquitectura religiosa tailandesa damos un golpe de timón y cambiamos el rumbo vía Metro, para visitar uno de los monumentos  capitalinos que Sí nos interesan, que ya conocemos y en cuyo conocimiento no descartamos seguir profundizando, el MBK Center.  De esta visita me llevo mi primera camiseta de la temporada.

Buda de Oro

Buda de Oro, tres metros de estatua de Oro macizo

Barrio Chino de Bangkok



Sky Train o BTS, el la vía más rápido para moverse en Bangkok. Al fondo la parte más moderna, donde se encuentra el MBK

Cuando la luz del día ya se ha batido en retirada y rondan las 9 de la noche, nosotros y nuestras mochilas andamos por la estación de Hua Lamphong, donde un tren que parece una  maqueta, nos dará cobijo en un viaje nocturno hasta Chiang Mai, la llamada capital del Norte.  Buscamos la esencia Thai, y hay quien dice que para dar con ella hay que visitar las ciudades de Chiang Mai y Chiang Rai

Estación de trenes de Hua Lamphong
  El tren mola, nuestras camas molan y la experiencia es absolutamente recomendable.  Viajamos en el presente a bordo de una máquina del pasado. El itinerario dura catorce horas para recorrer algo menos de 700 Kilómetros. ¿Quién tiene prisa en llegar cuando lo que prima es viajar con clase?

Litera del tren nocturno a Chiang Mai


3  de octubre (martes)


Estamos despiertos cuando nos traen el desayuno, en un plis plas nuestras camas se han transformado en dos cómodos sillones y por 360 bath nos tratamos con reyes, mientras por la ventanilla del tren, contemplamos como  la lluvia riega un paisaje cada vez más verde.


Cuando nos apeamos en la estación de Chiang Mai una pick up roja (songthaew) nos lleva hasta la intersección de Moon Muang Road donde nos espera el Jaidee Bamboo Huts, nuestro hotel.

Estamos dentro de la vieja ciudad amurallada de Chiang Mai, donde está todo el cotarro histórico.  Un plano y buenas piernas es todo lo que se necesita para recorrerlo.  No me dentendré en detallar nuestra visita a los típicos templos intra- muros, baste con recordar que vimos dos, el Wat Phra Singh y el Wat Chedi Luang y que las visitas a ambos son algo obligado de hacer en Chiang Mai.

Wat Phra Singh
 Wat Chedi Luang


4 de octubre (miércoles)  Doi Suthep


Antes de partir hacia Tailandia, buscando información sobre qué hacer en Chian Mai, dimos con el blog "viviralmaximo.net",  en la entrada que enlazo, se cuentan las vivencias de Ángel Alegre, que fue a pasar allí 3 días y acabó viviendo tres meses.


Nos gustó mucho leerlo, nos dió un poquillo de envidia y nos apetecía experimentar algo de lo que el sintió durante su estancia aquí. Para ello nos levantamos con ganas de desayunar en su bar de referencia, el Bird's Nest Café y tras un paseo de 15 minutos y un par de idas y venidas dimos con él, aunque no pudimos pasar de su puerta, pues por algún problema en la cocina que no supe entender, iban a permanecer cerrados durante todo el día. 


De vuelta a nuestro hotel gestionamos el alquiler de una moto por 200 bath y nos fuimos a visitar el Wat Phra Doi Sutep uno de los templos más sagrados de Tailandia ubicado en una montaña a 14 kilómetros de Chiang Mai.


Junto al Palacio Bhubing
Era la segunda vez en nuestra vida que montábamos en moto, la anterior  fue también en Tailandia y la recuerdo como una de experiencias más entrañables que he vivido  con Gema.  Esta vez no tenía porqué ser menos y, tras darme un par de vueltas por la calle  para pillar  el truco a la máquina, se montó Gema y nos pusimos en marcha.

Ni que decir tiene que ninguno de los dos pasaremos a la historia del motociclismo,  tardamos lo nuestro en conseguir salir de Chiang Mai y tomar el camino correcto hacia el Doi Suthep, y si lo conseguimos fue gracias a la amabilidad y paciencia infinita de los tailandeses; sin su ayuda aun estaríamos dando vueltas a las murallas de la ciudad.


Una vez en el camino correcto, se desató el monzón y empezó a llover como si no hubiera mañana, pero una vez orientados, hacen falta mucho más que unos cuantos cientos de litros de agua de lluvia para detenernos. Curva curva y kilómetro a kilómetro, acabamos llegando ante la escalinata de acceso al Doi Suthep.

Escalinata de acceso al Doi Suthep

Tuvimos suerte, al aparcar la moto volvía a lucir el sol y pudimos disfrutar la visita a este templo que nos recordó, salvando las diferencias,  al Templo de los Monos  de Katmandú.  El sitio es espectacular, y por muy cansado que se esté de ver templos y Budas, esta visita es  algo que no hay que perderse.
Wat Doi Suthep

Acabada la visita y después de comer retomamos la carretera en sentido ascendente para echar un vistazo al Palacio Bubhing, pero una vez llegados a su puerta, no nos sedujo lo suficiente como para dedicarle tiempo, e iniciamos el camino de vuelta con la intención de utilizar nuestra última bala cultural en el  Wat U Mong Thera Jan.  Acertamos de pleno.

De camino al Wat U Mong Thera Jan nos calló un auténtico diluvio


Llegamos al templo con las últimas luces del día y con la lluvia de nuevo presente. No había nadie y la atmósfera del lugar nos resultó muy especial.  El templo fue construido en 1380 por "el monje loco", que por alguna razón en lugar de construir un templo al uso,  se dedicó a escabar túneles a los que dotó de algunas imágenes de buda y de murales de los que hoy apenas queda rastro.


Wat U Mong Thera Jan - Túneles del monje loco

En la actualidad parece que sus sucesores se dedican a criar vacas, ciervos, pollos y "bull terrier" pero nosotros no los vimos. Lo que sí vimos fue una imágen de buda tallada en  piedra de color negro, muy diferente a todas las que habíamos visto antes.

Wat U Mong Thera Jan - Cheddi


 La imágen, casi de tamaño natural, representa un buda muy delgado, incluso famélico, cuya piel deja a la vista  todos y cada uno de los huesos del cuerpo. Una figura casi siniestra,  que ya con la noche ganándole la partida al día y a la  vera de una enorme chedi, termina de conformar un lugar lleno de carisma.

17:41 Wat U Mong Thera Jan - Estatua de Buda estilo birmano



Este templo no será tan lujoso ni está tan recargado como otros más típicos, pero tiene un montón de personalidad y fue el que más nos gustó.


Atravesamos la entrada de nuestro hotelito derechitos a la ducha de agua caliente que nos devuelve a la vida y nos repone para la segunda visita al  Mercado nocturno de Chiang Mai, echo por y para turistas a precios por y para turistas. Allí cenamos y apuramos unas cervezas al ritmo que marcaba una banda local de blues.


No era la primera noche en Chiang Mai, que habiendo iniciado el camino de regreso, reculábamos en pos de los acordes musicales de una banda en directo: La de la noche mencionada contaba con un guitarrista/cantante veterano, que se las sabía todas y dominaba el estilo.  La de la noche anterior, la voz desgarrada de una cantante Tai al compás del rock and roll, en lo que era una especie de recreación particular de Janis Joplin y los Big Brother, acabó con nosotros, birra Chang en mano, celebrando el arte de la música junto a otros muchos hechizados por la misma magia.


5 de octubre (jueves) Visita al Karen Elephant Experience - Banpakangdoi



 5 de octubre de 2017 - Karen Elephant Experience (Satélite del Nature Elephant Park)

Queríamos visitar el Elephant Nature Park;  de las posibilidades que nos ofrecía Chiang Mai, ésta era una que no nos queríamos perder bajo ninguna circunstancia.   Sabíamos que era caro (2500 bath, unos 65 euros por persona) y también sabíamos que nos podía decepcionar.  Equivocarse era en este caso algo aceptable, pues el dinero que el turismo se deja en esta actividad sirve para financiar un uso bastante más sostenible de los recursos naturales, sobre todo si lo comparamos con la tradicional  industria turística depredadora.

Karen Elephant Experience - araña
Pero las visitas a el Elephant Nature Park estaban copadas hasta una semana más allá del momento en el que intentamos hacer la reserva y nos tuvimos que conformar como alternativa con el Karen Elephant Experience una especie de satélite del primero.

Son las ocho y diez de la mañana cuando pasan a buscarnos a la recepción del Jaidee Bamboo Huts,  no hemos podido desayunar y Gema lo lleva mal.

De momento somos los únicos pasajeros del microbús, pero tras ponerse en marcha y hacer sucesivas paradas, lo acabamos ocupando 13 personas, incluyendo al conductor y el guía. 

Según iba  subiendo la gente a bordo nos saludamos con un "hi o un hello" dando por supuesto que cada uno era de su padre y de su madre y así nos mantuvimos  hasta que una voz femenina lanza una batería de preguntas desdes el  fondo del autobús  ¿Sois españoles?, para mi sorpresa gran parte del autobús dice que sí --¿De dónde sois? -- Algunos responden que de Cataluña, --Anda, como nosotros, dice la mujer, y así sin vaselina ni rodeos lanza la pregunta bomba ¿Y Sois independentistas?

Es todo tan directo que hasta a mí que soy bastante claro,  me parece una forma de romper el hielo algo radical, pero la naturalidad acaba siendo bien recibida y más cuando de los 11 pasajeros, 6 somos españoles y ninguno resulta ser una oveja negra indepe.  El resto del pasaje lo componen un matrimonio mejicano acompañados por su suegra (de él) y  una pareja de holandeses. En el microcosmos del autobús, sentimos lingüisticamente lo que debe sentir un anglo parlante cuando viaja por la mayor parte del mundo.

El grupo es majo y rápidamente iniciamos una animada conversación a varias bandas que corta el guía de raíz, interrumpiendo nuestra charleta con un vídeo del Elephant Nature Park, el parque que no íbamos a ver. Creo que lo pone para que nos callemos.

En un momento dado cambiamos de transporte, del microbús a una pick up todo terreno con la caja trasera adaptada para transportar viajeros en asientos corridos. Se acabó el asfalto, lo que queda  hasta llegar al Parque lo recorreríamos por una pista de tierra.


Una vez en la entrada del Karen Elephant Experience vemos 5 elefantes adultos que salen a recibirnos, doy por hecho que es una especie de comitiva, pero en realidad son todos los que son. Es una pena que no haya ninguna cachorrito, tuvimos la suerte de ver de cerca un bebé elefante en Ayutthaya en 2014 y nos hubiera gustado repetir.

Karen Elefant Experience - recibimiento "elefantil"

A partir de aquí lo esperado: les damos de comer, les acompañamos en un mini paseo por el bosque en el que siento que no hay un objetivo ni un rumbo definido, es como que estamos cumpliendo un programa establecido del que hay que salir airosos con el entusiasmo justo.

Dando de comer a los elefantes


Paseando con los elefantes
 Durante el paseo algunos de nuestros compañeros hacen preguntas a los cuidadores sobre la procedencia de los elefantes. Todos ellos vienen de situaciones difíciles, unos trabajaban en el circo y otros porteando turistas de sol a sol. Por lo visto los rescatan precisamente pagando su rescate, por el último en llegar pagaron una cantidad, que al cambio superaba con creces los 100.000 euros, un fortunón para Tailandia.
 
Karen Elephant Experience - Los elefantes son extremadamente inteligentes y en general, tiernos.

El día está lluvioso y el paseo se acaba mucho antes de lo que nos hubiera gustado. Nos llevan a comer antes de tiempo, el trato en el campamento es muy amable, pero da la sensación de que no saben que hacer con nosotros.


La comida está rica, caliente y apetitosa
Este fruto está realmente bueno



La comida está rica, es abundante y está  caliente. Después de una larga sobremesa llega el turno del baño de barro, está cayendo agua a mansalva pero nadie se lo quiere perder. Los elefantes son encantadores, al menos los que nos traen para este nuevo punto del programa. Hay dos que han desaparecido y por los cuales nadie pregunta ni recibimos explicación.

Karen Elephant Experience - Elefante dirigiéndose al baño de barro bajo la lluvia monzónica. Pronto iríamos a su encuentro.

Después del barro llega el aclarado y para ello vamos a unos rápidos del río cercano en el que de nuevo todos acabamos en el agua disfrutando del proceso.  Es realmente gozoso tocar esa piel rugosa y su pelo duro y ralo.  Creo que los elefantes  también se lo pasan bien en esta especie de "Circo sostenible"

Es el último acto del programa, la vuelta a Chiang Mai es lo más cerca de vivir al filo que he experimientado:  La forma de conducir absolutamente irresponsable con todo un repertorio de  adelantamientos sin visibilidad, maniobras bruscas y falta de cualquier prudencia sólo puede tener la finalidad de deshacerse cuanto antes de nosotros, y confirma mi impresión inicial sobre la poca motivación de los locales por la actividad y la sensación en este caso de ser vistos  y tratados como billetes con patas.

Por fin, poco más allá de las 16 horas nos dejan en la calle de nuestro hotel , dos horas antes de lo previsto.

Comparto impresiones con Gema y a los dos nos ha parecido haber participado en un Circo; queremos creer que al menos se trata de un Circo Bueno.  La experiencia no ha estado mal, de hecho lo hemos pasado muy bien gracias a los elefantes y al grupo con el que hicimos la visita, pero ni de lejos hemos asistido a algo natural o creado de una manera ajena al turismo. También echamos de menos algo más de calor humano de la parte Thai.

 El precio es muy alto, lo pagamos con gusto pero quizás el Elephant Nature Park ofrezca más cosas y la experiencia con animales sea más completa pues además de un número elevado de elefantes tienen rescatados a más de 400 perros, a búfalos y algún que otro ejemplar desvalido de otras especies. A su favor tiene además, que el precio es el mismo y que es la fórmula original.


6 de octubre de 2017 (viernes) - Chiang Rai


No se nos ocurrió pensar que comprar los billetes de autobús para Chiang Rai de forma anticipada era una buena manera de asegurarnos plaza en el primer autobús de la mañana. No lo pensamos porque estábamos empanados y porque el tránsito de autobuses entre una ciudad y otra es constante.

Lo que no se puede hacer ni aquí ni en ningún otro lugar del mundo, es plantarse en la estación a las 9:12, pretendiendo tomar el autobús de las  9:15. No lo conseguimos, evidentemente, y pudimos darnos con un canto en los dientes por conseguir  plaza en el de las12:15.

Teniendo en cuenta que el trayecto dura más de 4 horas y que los museos cierran a las 17:00  acabábamos de tirar un día a la basura.

Hay días en los que uno, o incluso dos, se levantan espesos y es mejor que no tomen decisiones que impliquen consecuencias irreversibles. Nosotros seguimos adelante en nuestro empeño de meter la pata hasta el fondo y lo conseguimos comprando un billete de avión a Bangkok para el día siguiente a las tres de la tarde.

Nunca, pero nunca, hemos considerado los viajes, como un periplo en el que acumular cuantos más destinos mejor, ni tampoco un período en el que coleccionar fotos de mil lugares a los que no se les ha dado tiempo para dejar un mínimo poso.  Pero eso es exactamente lo que hicimos en Chiang Rai,y todavía hoy, no alcanzamos a entender las razones de porqué lo hicimos.

Al menos acertamos con el hotel el Tourist Inn:   Céntrico, en la calle Jetyod, la de los bares de Chiang Rai. Aun así,  tranquilo, habitación cómoda y limpia, baño decente con una ducha con mucho caudal de agua ,  desayuno incluido y personal muy amable. El precio, la guinda del pastel: menos de 10 euros por noche.


Nos habíamos propuesto visitar el Templo Blanco (Wat Rong Khun) y la Casa Negra ( Baan Dum) como único contenido de nuestra visita a Chiang Rai sin dar ninguna oportunidad más a la ciudad, y nos equivocamos de lleno.  Chiang Rai se merece un par de días enteros,  lo que hicimos fue una estupidez.


Tras un primer intento frustrado de visitar el Templo Blanco la misma tarde de nuestra llegada y llegar allí sólo para que nos cerraran la puerta en las narices,  regresamos a Chiang Rai dispuestos a recuperar el buen karma yendo a cenar a un  sitio recomendado por la Lonely Planet y  ajustado a nuetros bolsillos: el Lung Eed, pero tampoco nos sale bien.


Después de andar, andar y andar, y cuando apuntito estábamos de dejar atrás Chiang Rai, preguntamos en el último lugar donde se veía presencia humana,  una especie de cabaret/garito de Lady Boys.  Las tres personas de la puerta muy amablemente y algo alucinados de vernos por allí,  determinan que hemos cogido una dirección equivocada y que estamos a tomar por saco del restaurante en cuestión.


Decepcionados desandamos lo andado, cenamos un tentempié en una terraza de un bar cercano al hotel  y tomamos el rumbo al Mercadillo Nocturno para dar un voltio y terminar de llenar el estómago. Tampoco triunfamos, cuando llegamos aun queda ambiente, pero muchos puestos han cerrado o están cerrando, echamos un ojo a los puestos de comida y no termino de decidirme, al final escojo un kebab en el que tardan un mundo en servirnos y cuando por fin llega está incomible. No, no es mi día.

Gema, sin embargo triunfa con un smoothie, un combinado de frutas mezclado con leche y hielo. Está tan ricos  y  son tan sanos que desde ese momento reemplezan a la  Coca Cola como mi primera alternativa al agua.

7 de octubre de 2017 - sábado

El día empieza a ritmo de gymkana, nos lo hemos ganado a pulso. A las dos tenemos que estar en el aeropuerto para tomar nuestro vuelo de las tres a Bangkok y para esa hora tenemos que haber hecho las visitas imprescindibles a Chiang Rai.

A las 8:15 estamos en un autobús local recorriendo los 15 kilómetros que nos separan del Templo Blanco, no mucho antes habíamos desayunado en el Tourist Inn, un desayuno con una pinta fantástica que no hemos podido disfrutar.  La prisa es veneno y estoy envenenado.

Templo Blanco, en tailandés  Wat Rong khun. El color blanco simboliza la pureza del budismo y los cristales incrustrados de las estatuas, la sabiduría de buda que brilla en todos los rincones.













Cuando llegamos al Templo Blanco ya estamos otra vez de buen humor, y es que aun estando inacabado, es seguro que éste sería el templo de Tailandia que yo recomendaría  no perderse bajo ninguna circunstancia.  Es espléndido, artístico, armónico, estravagante, gamberro, místico y divertido, y todo ello sin dejar de ser un templo budista.

Sin entender ni compartir muchas de las cosas que intentan hacer pasar por arte ni a los caraduras que intentan hacernos creer que son artistas, creo que esto es arte y que su creador, Chalermchai Kositpipa, es un artista del copón.


Estas manos que piden ayuda angustiosas a ambos lados del puente de la reencarnación, representan el dolor. A media que vamos cruzando el puente y superando las tentaciones se alcanza la felicidad al lierarse del sufrimiento humano.
Dos estatuas flanquean la entrada al puente, son Rahus y representan la muerte. Ellas deciden quienes cruzan el puente  que lleva desde la muerte  a  la vida a través de la reencarnación.


Puente de la reencarnación, a ambos lados el dolor humano y en su estremo más alejado, las estatuas de los Rahus que deciden sobre la vida de los hombres.  Al fondo la puerta del cielo que da entrada al Ubusot
  Es interesante apuntar que el templo se empezó a construir en 1997 y que aunque la fecha de finaliación es incierta, parece ser que podría estenderse hasta el año 2070.



No todo es blanco en el Wat Rong khun.

Tras la visita al Templo Blanco, regresamos a Chian Rai en el autobús interurbano. Caminando  hacia el hotel negociamos con un conductor de Tuk-Tuk el resto de visitas de la mañana: el  Templo Azul y  la  Casa Negra y finalmente el transporte al aeropuerto. Nos sale bien la jugada, el precio es más que razonable y además nos custodia el equipaje durante nuestras visitas.



Inagurado en 2016 el Wat Rong Suea Ten (Casa del tigre danzante) más conocido como  Templo Azul fue construido sobre las ruinas de otro templo anterior. Su arquitecto, Phuta Kabkaeweador había trabajado en las obras del Templo Blanco a las órdenes Chalermchai Kositpipa lo que explica la similitud del estilo de las pinturas y murales interiores.  Según él propio Phuta Kabkaewador, otra de sus influencias es Thawan Duchanee autor de la Casa Negra de cuya obra toma inspiración para algunos de los elementos del templo como los dragones de su entrada.



Dentro del templo, al final del gran hall, encontramos una colosal imagen blanca de Buda de 6,5 metros de altura en la posición Bhumisparsha Mudra, sentado con las piernas cruzadas, la mano derecha señalando hacia abajo, hacia la tierra, los dedos rozando el suelo, y la mano izquierda señalando hacia arriba, hacia el cielo, como una flor abierta.


El azul indigo es el color predominante y el caracteriza a este templo. El color azul representa el Dharma, el código moral de Buda, pero también está asociado con la sabiduría, el infinito, la pureza y la sanación.

La visita al conocido como Templo Azul es gratuita y merece mucho la pena.  Comparado con el Templo Blanco o la Casa Negra es de dimensiones mucho más modestas y la visita se hace rápido, pero eso no quiere decir ni mucho menos que su visita sea algo prescindible.  A nosotros, de hecho nos gustó más que la Casa Negra.

Tras finalizar la visita a la Casa Azul, nuestro conductor de Tuk Tuk nos llevó hasta la Casa Negra. Este señor era un hombre serio, muy correcto y que hizo muy bien su trabajo.  Lo que le regateamos en un principio, se lo dimos al final de propina y aun siento que nos quedamos cortos.



La Casa Negra o Baandam Museum es obra de Thawan Duchanee, fallecido en 2014.  Es la otra cara de la moneda del Templo Blanco.  Si el templo blanco es luz, pulcritud y revelación, la casa negra es oscuridad, misterio y desconcierto.





Lo que llamamos la casa negra, es en realidad un recinto con construcciones diversas, la mayoría fabricadas con madera pintada de color negro  y huesos y  pieles de animales utilizados para mobiliario o como elementos decorativos.

Vista de manera descontextualizada, el conjunto parece algo repetitivo, sillas y mesas iguales repartidas por las distintas construcciones, las pieles de animales, las lámparas... La sorpresa inicial se va desinflando poco a poco.  Me gusta lo oscuro, lo siniestro, pero no entiendo lo que veo, le falta un hilo conductor para darle sentido.



Entrada al edificio principal de la Casa Negra.  La estructura y las dimensiones son espectaculares. Me gusto mucho la gama cromática de los negros, los marrones y la madera sin pintar.


Mesa de banquete en la casa principal




No todo es visitable, como estas edificaciones.  Eso lo hace aun más desconcertante.  No dejo de preguntarme ¿Qué estoy viendo?


Esta especie de submarino enterrado y la documentación en Internet me da la pista para entender el lugar.
Thawan Duchanee era un artista integral, además de arquitecto, era pintor y escultor.  La Casa Negra no siempre fue un museo, o al menos no sólo un museo.  Aquí vivió Thawan. Concretamente y según he leído en Internet, en la casa con forma de submarino que puede verse sobre estas líneas.

Thawan Duchanee en su Casa Negra
Contextualizada la Casa Negra como la residencia de un artista, empiezo a entender de que iba esto.  Las pinturas de Thawan son muy coloristas con un toque daliniano muy chulo, y debían de resaltar sobre los tonos negros del complejo.  Me imagino exposiciones, reuniones con otros artistas, quizás talleres con alumnos y ayudantes en torno a una de esas mesas corridas ,y todo el ajetreo cultural correspondiente.  Visto así, le veo todo el sentido del mundo.  Thawan Duchanee vivía en su propia casa museo, aquí creaba y exponía lo que creaba, lo que se visita ahora es sólo un museo vacío.  Falta Thawan y sobre todo, su obra pictórica.

Finalizada la visita, ya sólo queda comprar algo para comer y que nuestro Tuk-Tuk nos lleve al aeropuerto.  Ponemos aquí el punto final a la primera semana de viaje, y a la parte más turística del mismo, nos quedan tres semanas de vacaciones y estamos deseando ponernos el arnés y los pies de gato. La península de Phra Nang nos espera, estamos deseosos de montar nuestro campo base en Tonsai y reecontrarnos con el modo de vida que más nos gusta.

Epílogo

No fuimos capaces de encontrar ni en Chiang Mai ni en Chiang Rai  la esencia Tai de la que me había hablado José Luís, uno de mis compañeros de colegio recientemente recuperados, o quizás sí, pero no fuimos conscientes de que nos iba penetrando poco a poco a medida que nos despojábamos de la prisa madrileña y las angustias de un año que no había estado rodando fácil.  En Tailandia se vive muy, muy bien, eso no sale en una foto ni es fácil de apreciar los primeros días, pero es algo que te va calando y te hace afrontar las peripecias de cada jornada sin miedo y con una sonrisa cada vez más fácil.  Si la esencia Tai es sentirse feliz 24 horas al día, allí, en el Norte, empezamos a sentir sus efectos y pronto nos colonizaría hasta redondear un viaje inolvidable.

Continua en Escalando en Tailandia 2017. Regreso a la Península de Phra Nang (Railay/Tonsai). Parte II: Escalada.