martes, 11 de noviembre de 2014

Escalando en Tailandia, un sueño hecho realidad

Hace unos cuantos años, en uno de los primeros números de la revista Campo Base (que no se si seguirá existiendo), leí un artículo que me hizo soñar:  Hablaba de escalar junto al mar en una playa de ensueño, de vivir en una cabaña de madera casi a pie de vía y de cenar langosta por 4 euros...   Leí y releí aquel artículo por lo menos una decena de veces e imaginé con vivir yo algún día una experiencia así

Ha pasado mucho tiempo, muchísimo, desde aquel Campo Base, pero el sueño siguió vivo y, hace pocos días dejo de serlo para convertirse en vivencias que me acompañaran toda la vida.

Viajar por primera vez a un país tan lejano y dedicarlo en exclusiva a escalar significa perderse otras muchas experiencias que valen la pena, así que tuvimos que repartir los 23 días (menos los dos de viaje), en otros destinos y en otras experiencias, pero aún así pudimos reservar casi una semana  a hacer lo que más nos gusta y al lugar, que a la postre, fue el que más nos gustó de lo que pudimos visitar en todo el país.

Esta entrada se concentra en lo específico de ese capítulo del viaje y sus asuntos relacionados.  Espero en un futuro dejar constancia del resto de la experiencia, porque así lo reviviré y quizás ayude a otros a tomar la decisión  de viajar a este gran país y hacer realidad sus propios sueños.

Todo comenzó hace unos meses, cuando por fin, Gema y yo habíamos logrado acumular el número de días suficiente de vacaciones y, tan importante como lo anterior, no tener ataduras acerca de cuando disponer de ellos.

Tailandia tiene una temporada alta idónea para visitarla que coincide con el final de la estación lluviosa y con una suavización de las temperaturas, estos meses ideales van de noviembre a marzo, el resto del año lo más probable es encontrarse con interminables días de lluvia y muchísimo calor húmedo.

En la temporada alta los precios son más caros y la cantidad de turistas crece exponencialmente, con lo que se hace obligado una mayor previsión en cuanto a concretar lugares y fechas de estancia en los mismos, algo que va un poco en contra de nuestra naturaleza y nos encorsetaba demasiado.  Así que decidimos jugárnosla a octubre y comprar los billetes del 4 al 26, cruzando los dedos para que el final de la estación monzonica nos diese el suficiente cuartelillo para no pasar por agua todas nuestras ilusiones.

El billete, comprándolo con  un par de meses de antelación, nos salió por unos 600 euros cada uno, volando con la Brithis y con escala en Londres, que nos pareció la opción más equilibrada entre precio, escalas y comodidad de horarios de partida y llegada.

Areopuerto de Heathrow en Londres
En Tailandia se puede escalar en varias de sus provincias, pero la Meca, el indiscutible paraíso y el objeto de aquel artículo de Campo Base, es la provincia de Krabi y más concretamente, la península de Phra Nang/Railay. Me refiero a ella con los dos nombres con los que puedes encontrarla: En algunos sitios como en la guía de escalada (escrita por un tailandés), verás que se refieren a ella como Península de "Phra Nang",  y en otros, la mayoría, se refieren a la península como de Railay. Para complicarlo todo, también existe allí una playa con el nombre de Phra Nang y dos con el nombre de Railay (Este y Oeste).

Así que desde Bangkok sopesamos el como llegar a Krabi:  Tanto en autocar como en tren, el trayecto superaba las 12 horas y, aunque el precio se quedaba en 500 bath (unos 13 euros), por el hecho de perder un día y el agotamiento de un viaje así, decidimos optar por coger un avión en el otro aeropuerto de Bangkok (el normal para vuelos domésticos), el Don Muang, y con Air Asia, y por menos de 50 euros el billete nos plantamos en Krabi en menos de dos horas.  

Aeropuerto de Krabi
Desde el Aeropuerto de Krabi, un autobús te lleva bien a Ao Nang o bien a Krabi ciudad dependiendo si vas a las playas de Hat Tonsai o Railay Oeste (en el primer caso) o a las de Railay Este o Phra Nang (en el segundo)

El autobús termina su trayecto en los respectivos muelles desde donde salen los "Long Tail Boat" o "Botes de Popa Larga", único medio de  transporte para llegar a la Península.

En todas sus playas existen alojamientos y buenas zonas de escalada, pero la playa por antonomasia de los escaladores es la Hat Tonsai.
Panorámica de la Hat Tonsai
Una confusión que yo tenía y que no terminé de entender hasta llegar allí es, como tratándose de una península, no existe comunicación por tierra con el resto del territorio continental. La explicación es simple, y es que, aunque de hecho hay una conexión física por tierra esta conexión es una sierra rocosa escarpada y en la práctica intransitable. 

En resumen, Phra Nang/Railay es una Península geográficamente, pero "vivencialmente" no encontrarás diferencia alguna con estar en una isla.

Cuando llegamos al muelle de Ao Nang, un bote estaba a punto de zarpar, pero lo perdimos porque pensamos que quizás en Railay no tuviésemos donde sacar o cambiar dinero y que no tardaría mucho en salir otro.  A esta idea habíamos llegado porque según la Lonely Planet existe un servicio regular de transporte hasta las seis de la tarde, y luego depende de si se consigue reunir el número de pasajeros suficiente.

Pero las cosas no funcionaban así en este octubre de 2014, los barcos de popa larga, los únicos que hacen el recorrido, sólo salen si reunen 8 viajeros y el servicio acaba en cualquier caso a las 18:00 horas.

De esta forma perdimos el bote de las cinco y nos llevamos la sorpresa de que no salía otro hasta llenarlo con al menos ocho pasajeros. El que quedaba, de zarpar, era el último, así que vivimos 60 minutos un poco frustrantes, sin saber muy bien que iba a pasar con nosotros. 

Para darle mayor emoción, en Bangkok una pareja de catalanes nos había dado noticias inquietantes acerca de Tonsai...  Parecía ser, que el otrora paraíso de los escaladores y mochileros de bajo presupuesto había sido vendido para hacer un Resort de lujo y que estaban en fase de derribarlo todo. Así qu,e incluso de poder tomar el barco, nos podíamos ver desembarcando en un lugar, de noche, en el que no quedase nada.

El último autobús procedente del aeropuerto logró que nos reuniéramos 6 pasajeros, que pagando el billete de los dos que faltaban (100+20 bath= unos 3 euros por cabeza) reunimos el quorum necesario para hacer zarpar el bote.

La marea estaba baja y nuestros ojos no identificaban el embarcadero donde nos esperaba el bote... ¡Por la sencilla razón de que no lo había!   El barco estaba 50 metros mar adentro y hasta allí hubo que desplazarse con mochilas, maletas o lo que cada uno hubiese llevase consigo.
 
Por suerte, y aunque pesadas, nosotros llevábamos mochilas y no maletas
Como aquello cubría hasta cerca de la cintura, yo opté por quedarme en gayumbos y Gema con el pantalón más corto del que disponía.  Una pareja de israelitas, que antes nos habían hecho un comentario sin gracia y sin venir a cuento sobre Cataluña, porteaban ojipláticos sobre sus cabezas, un gigantesco trolley que era una de las muchas pieza componían el equipaje para su Resort de lujo en Railey Oeste. Verles descomponerse un poco en caras y ropas no debió hacerme sentir tan bien.
Nuestro barco de popa larga, era uno de esos dos que se ven juntos y hacia los que nos dirigimos
Todo aquello nos dejaba por igual alucinados y encantados, y lo vivimos como una emocionante aventura.  Pero como en muchas otras circunstancias pudimos comprobar, también hay que decirlo que    Tailandia no es país para viejos.

El "long tail boat" o bote de popa larga, dejó primero a los viajeros de Railay Oeste; aún de día, pero en medio del mar y a otros 50 metros de la playa. Mientras se alejaban rumbo a la orilla, nuestro barquero dio media vuelta para regresar por donde había venido y dejarnos en la Hat Tonsai.

Era ya noche cerrada (En Tailandia el ocaso solar es super rápido) cuando desembarcamos. En este caso un canal entre las rocas permite a las embarcaciones acercarse casi hasta la orilla  y allí nos dejaron, en un extremo de la playa donde no se veían luces ni presencia humana alguna. Así que, "como polillas" caminamos hacía las luces del otro extremo de la playa donde si se veía algo de vida, y una vez allí entramos en el primer sitio que vimos a preguntar por habitaciones disponibles.

Tener tenían, pero a 25 euros la noche y, aunque podíamos asumirlos, no era lo que buscábamos. Lo que si obtuvimos fue la información de que "por el camino de la montaña" existían otros alojamientos más económicos. 

Lo del "camino de la montaña" sonaba a "tomar por viento", pero la cosa no era ni mucho menos para tanto. A oscuras, por una pista embarrada, frontal en ristre, un chaval, Omar, otro israelita, quizás la nacionalidad más habitual en el turisteo de estos lares, nos dijo que él dormía en un bungalow de baño compartido por menos de 3 euros la noche... Esa era la música que queríamos escuchar, así que compartimos camino (y luz del frontal)  hasta que nos vendimos al mejor postor...

¡Bungalow! ¡Bungalow! ... ¿Cuánto? ¿Con baño?

Cabaña del Green Valley Resort
...Y así conocimos a la "Mamma", un apodo con el que bautizamos a una vitalista y llena de energía rolliza señora negra, que alquilaba minúsculas cabañitas de madera con baño por 5 euros la noche.  

La cabaña estaba a priori más que bien por el precio, pero de las sábanas y el colchón, nadie podía decir cuanto tiempo llevaban sin cambiarse.  El ventilador era más un elemento decorativo que otra cosa, porque además de un aspa rota, el motor hacía tanto ruido que hubiera quebrantado el más profundo de los sueños y, para rematar nuestra morada del  "Green Valley Resort",  el baño no tenía bombilla... Nos dio igual,  aquella noche y a esa hora, esas cuatro paredes eran lo más parecido al paraíso y en aquella cama con arena dejada por otros, y con aquéllas sábanas que tenían mil batallas que contar, encontramos un dulce lugar donde poner la bandera y encontrar descanso.
Restaurante del Green Valley

Cenamos en su restaurante, la comida era mucho más que buena y el precio no subió de los 5 euros los dos. Eso sí,  de la langosta por 4 euros no quedaba ni rastro en toda la península de Phra Nang/Railay



A la mañana siguiente recogimos la mochila y nos pusimos a buscar algo menos espartano.  Lo encontramos en el Passook,  a pocos metros de allí y a 7 u 8 minutos andando de la playa.  Por 7,5 euros teníamos un bungalow amplio para dos personas, con baño y ducha, limpio, sin agua caliente pero con electricidad de 6 de la tarde a 6 de la mañana.

En estas latitudes no se necesita más, el agua fría sale templada y 12 horas de electricidad, cubren sobradamente las horad de oscuridad y las necesidades de recarga de cualquier batería.  En cualquier caso, y dada la cantidad de cosas que hacer y la belleza que disfrutar, el tiempo en el bungalow no va a exceder demasiado de las imprescindibles horas de sueño.

Iniciamos nuestro primer día completo en Tonsai desayunando "donde la mamma" (En el Green Valley) y con dos tareas a resolver.  La primera comprar la guía de escalada de la zona y la segunda, la jarapa de ratán para preservar la cuerda de la arena.

Panorámica de la Hat Tonsai
Sólo en Tonsa hay dos tiendas de escalada, pero hay más en las demás playas de Railay.  En cuanto a la guía hay publicadas dos, ambas actualizadas a 2012,  pero una tiene los croquis sobre dibujos, y la otra sobre fotos, y aunque la primera recoge más zonas de escalada de Tailandia, nos decantamos por la "Poquet Guide 2013" por el tema de los croquis y  por tener mejor crítica en Internet.

En cuanto a la imprescindible esterilla, se venden en cualquiera de los mini supermercados que te encuentras a pie de camino.
En la religión budista, está mal visto hacer daño a los animales, de esto se aprovechan los gatos que campan a sus anchas a lo largo y ancho de toda Tailandia.
En cuanto a las informaciones de que estaban tirando Tonsai abajo para hacer un resort, desgraciadamente tenían gran parte de verdad:  La mayor parte de pequeñas casitas y bares de la playa, concretamente los que ocupaban la zona donde desembarcamos y toda la central,  habían sido derribados para construir un resort de lujo. Aun resisten algunos alojamientos de la derecha y la parte más alta de la playa.  En el camino de la selva que comunica Tonsai con Railay Este tambien quedan alojamientos, pero a pesar de que están  más a desmano, en algunos casos era dificil de adivinar si estaban abiertos, y en el caso de los que si lo parecían, a que tipo de público se dirigían.

Nos dio pena ver el "Mama Chiken" del que tanto habíamos leído en Internet, como epicentro del ambiente escalador de Tonsai, cerrado y con pinta de abandonado.

Hemos llegado tarde para saborear ese ambiente humano que para algunos era el mejor de toda Tailandia, pero no para disfrutar del cálido mar turquesa, la fina arena blanca como la harina, los acantilados a pie de arena, la escalada "de postal", la comida tailandesa  y el hospedaje a precio razonable.  Esperemos que perdure. Los Resorts de lujo son  clónicos los unos de los otros y aglutinan a gente del mismo perfil. Aquí, en esta playa, todavía es posible que todos, independientemente del precio de la cama del lugar donde estemos hospedados, estemos mezclados y disfrutando de las mismas cosas... Este tipo de mezclete humano es el que más interesante y enriquecedor me resulta y en el que más disfruto.
 
Barcos de popa larga anclados en la Playa de Tonsai

Hablando puramente de escalada, la roca es una caliza muy erosionada por la lluvia, el viento y la arena de la playa, pero no en el sentido de lavada que diríamos en España.  Roca compacta con un agradable tacto similar a la arenisca, con buenos agujeros, chorreras y estalactitas.    En cuanto al equipamiento hay de todo:  La guía detalla bien que vías son seguras y cuales menos y sólo por esto merece la pena comprarla.

Sobre estas líneas parte de los sectores "Tonsai Beach Wall" y "Dum's Kitchen Wall"
En Krabi, un anclaje químico que en Madrid duraría más de 100 años, aquí debido al volumen de lluvia, la arena de la playa, el sol y el viento superan con dificultad los 5 años. Ojo incluso con aquellos que aparentan brillar como si estuvieran nuevos, pues el desgaste por corrosión se produce en la parte no vista del anclaje.

Después de mucho experimentar, los locales han recurrido como mejor opción a los anclajes de titanio y a la resina Hilti 500.   Aun así, la durabilidad de dichos seguros es de momento una incógnita,  por lo que el dato del año de reequipamiento que ofrece la "Poquet Guide 2013" es un indicador que hay que tener muy en cuenta a la hora de seleccionar las vías a escalar.

Algunas vías tienen complementariamente o en sustitución de anclajes fijos, anillos de cordino como seguros. Si el cordino está en buen estado, la vía puede ser tan segura como la que más.  Es un recurso al que se acude por la facilidad y lo económico de su sustitución.  La pena es que no todas las vías han tenido el mantenimiento adecuado y de nuevo, las condiciones climáticas de lluvia extrema, sol, arena y viento, se pueden merendar un cordino en un año.  Cuando la cosa no esté clara habrá que estar atentos a la fecha de reequipamiento de la ruta en cuestión y a nuestra propia percepción de las cosas.

Nosotros empezamos y desarrollamos casi todas nuestras jornadas de escalada en la playa de Tonsai, fundamentalmente porque el lugar era tranquilo y de una belleza superlativa, pero también porque teníamos pocos días y deambular de aquí para allá se iba a traducir en conocer mucho y escalar poco.  Además, aunque los sectores playeros Tonsai Wall y el Dum's Kitchen Wall tienen pocas vías asequibles, descubrimos por contra otras muchas ventajas: Para empezar la sombra resiste casi toda la mañana y regresa pronto por la tarde, debido a que la pared es mucho más extraplomada de lo que parece y que la mayoría de las vías no son muy largas, el lugar es un fantástico refugio para  escalar con casi cualquier intensidad de lluvia y, para finalizar, por estar a pie de playa y haber menos vegetación, los mosquitos dan mucho menos la lata y se suda menos.

Gema en el sector Dum's Kitchen Wall

...Y así empezo la cosa, "nuestro" sector se llamaba "Dum's Kitchen Wall" y la primera vía "Schlingel Max (Paan Ta-Rhod)" un 6a+ con personalidad y con un buen repertorio de los agarres que caracterizan a esta escuela: Chorreras, estalactitas, romos y buenos cazos.

Durante tres días escalamos de menos a más y así fueron callendo "The Sit Spins 6b, "Schlingel Moritz (Rod Yaak), 6b y una anónima de 6c.

Escaladores locales de Ton Sai
No buscaba yo un gran número de vías con las que engordar la libreta, sino vías que nos supusieran un reto,  me sentía ambicioso y quería complicarme la vida,  estábamos haciendo realidad un sueño que quizás no volvamos a soñar... Lejos de España y escalando el día del Pilar había descubierto una vía con un nombre en "cristiano", concretamente "Don Quijote de la Mancha" obra de Ernesto López, un equipador "sui generis" que comanda el Refugio de Montanejos.  La ruta había sido reequipada y desde 2013 estrenaba una reunión y una entrada propias...Pero es que además, aunque corta, la vía tenía una pinta espectacular. No había  nada que pensar y mucho por hacer.

Freedom Bar, junto al sector Ton Sai Beach Wall, desde sus tumbonas pueden asegurarse algunas vías
La verdad es que las intenciones no superaron el contraste con las posibilidade. No cayó la susodicha, ni Gema se hizo con "Schlingel Max (Paan Ta-Rhod)" pero entre pegues y  más pegues, relajábamos los músculos en las cálidas aguas del mar de Tailandia o cargábamos las pilas con una  siesta como es debido a la sombra de los desplomes del "Tonsai Wall". Cuando entre baño y siesta llegaba el momento de comer algo el "Freedom Bar" nos proporcionaba buena comida Tailandesa a precios decentes...

El Freedom Bar era el pie de vía y la reunión final de los sectores playeros en Tons

Un modo de vida que hubieramos podido mantener no todo el viaje sino toda la vida... Pero el tiempo era limitado y el merecido descanso tras tres días consecutivos escalando no podíamos permitírnos pasarlos amodorrados en la playas de Phra Nang/Krabi.

Una buena mañana, junto a Gidian y Helad, otros chavales israelitas, tomamos un bote en Ton-Sai que nos acercó a Railay Oeste y desde allí, a golpe de chancla y en poco más de 5 minutos nos plantamos en Railay Este, desde donde sale el Ferry que te deja en Ko Phi-Phi Don.

Aquel famoso artículo de "Campo Base" también mencionaba las islas Phi-Phi, también en la Provincia de Krabi.  En Ko Phi-Phi Dom, la mayor del archipiélago,  nació la escalada en Tailandia. 
El archipiélago era un paraíso perdido, el nirvana del mochilero.  Lamentablemente la película "La Playa" del año 2000, protagonizada por Leonardo Di Caprio, la puso en el candelero y tras el tsunami del 2004 llegó otro tsunami tan destructivo como el anterior, el turismo de borrachera y la especulación urbanística.


Gema, Gidian y Helad en el Ferry a Phi Phi
Giddian y Helad, fueron una buena y preguntona compañía... tanto qué o les parecíamos bichos raros que les producíamos una curiosidad terrible  o porque igual eran del Mosad, ¿Quién sabe?

El caso es que dos horas más tarde desembarcábamos en Ko Phi Phi Dom y desde allí cada uno tomó su camino.

Gema y yo siguiendo la recomendación de la Lonely Planet cogimos un apartamento en xxxxx 
algo lejos del centro de "Tonsai Village", la población ubicada entre las dos bahías de Ko Phi Phi Dom,  la bahía de Tonsai (sí, con el mismo nombre que el la playa de la que proveníamos) y la de Loh Dalam, pero fuera del meollo de la marcha nocturna.   En realidad no había más que un agradable paseo de 15 minutos y un poco de cuesta.



Después de dejar las mochilas en el apartamento, nos lanzamos a la aventura de descubrir rincones interesantes de la isla.  Lo que te encuentras en el pueblo de Tonsai son tenderetes para turistas y las dos principales playas esquilmadas por barcos y hoteles...  De eso tenemos mucho en España, así que nos pusimos en marcha siguiendo la costa por un sendero que nos condujo hasta "Long Beach" una playa preciosa, algo menos urbanizada, donde hicimos un alto para darnos un baño y descansar,
Long Beach
luego, siguiendo por el sendero y ya sin turistas a la vista, visitamos Sunrise beach, una cala pequeña con alojamientos en reconstrucción y, finalmente Loh Mood Dee Beach... amplia playa prácticamente virgen, con mucha vegetación protagonizada por altos cocoteros... Una auténtica maravilla, pero no estuvimos cómodos: numerosos carteles advertían de peligrosos perros o monos con rabia, o directamente te recomendaban que te fueras de allí por mar.  El más ofensivo, curiosamente, iba dirigido a los israelitas a los que prácticamente mandaban a irse "por ahí".


Loh Mood Dee Bech
Según nos dijeron más tarde no hay peligro alguno, sí existe una intencionalidad por parte de los Moken, una etnia conocida como "gitanos del mar" nada convencidos de las bondades del cambio de estilo de vida que impone el  tipo de turismo como el de Phi Phi.  Pero eso lo averiguamos luego y, mientras estuvimos allí, mantuvimos los 5 sentidos alerta.

El camino de regreso se toma su tiempo y su esfuerzo pero la excursión merece la pena y no tiene pérdida.

Por la noche dimos una vuelta, no queríamos perdernos el famoso "Reggae Bar" el famoso bar con un ring en el centro, donde los clientes, se enfrentan a guantazo limpio bajo las reglas del Mua Thai, los valientes reciben un premio en forma de cubo lleno de cervezas.  Nos gustó el bar, pero nos desagradó la exhibición que hacen los niños previa al enfrentamiento entre clientes. Ver a niños pegándose en un ring no mola, y verles luego ir de mesa en mesa pidiendo propina por el combate menos.

Reggae Bar, donde miembros del público se enfrentan a un combate de Mua Thai por un cubo de cervezas
Pero la noche de Phi-Phi no era lo que nos había traído a Phi-phi, sino su belleza... La causa de sus males, y de su previsible fin... Pero aun queda mucho que ver y con lo que sorprenderse.  En la recepción de nuestros apartamentos contratamos una salida colectiva para hacer buceo con tubo (lo del "snorkel" me repatea). Lo que vivimos en aquella salida mereció cada céntimo del precio que pagamos.


Compartimos bote de popa larga con tres francesas, un alemán, un iraní-alemán y un austriaco, todos ellos en la veintena o primera treintena.  Recién llegados y ya curtidos en la noche de Ko Phi-Phi Dom. Pensamos que quizás no íbamos a encajar mucho con nuestros compañeros de viaje, pero por suerte, nos equivocamos de pleno.
A bordo, tuvimos un gran ambiente.

Las tres chavalas estaban pasando la resaca y sus consecuencias, ya que en el periodo más álgido de la melopea habían decidido hacerse cada una un tatuaje seducidas por la múltiple oferta en cuanto a número, precio y flexibilidad horaria de este tipo de establecimientos en Ko Phi Phi Dom
Los chicos, sin haber llegado al tema del tatuaje al menos en la precedente "campaña nocturna", venían menos perjudicados... Un tres para tres clásico con Gema y yo como testigos.

Cuando a los cinco minutos de embarcar el iraní alemán puntualizaba que en el Atlético de Madrid, la estrella era todo el equipo y no unos determinados jugadores  y, que en todo caso, como apuntó el austriaco, de haber una estrella esta era el Cholo Simeone...  Me quedó claro que con personas tan bien informadas, no podíamos estar sino en la compañía más adecuada  .

Ponerse las gafas y sumergir la cabeza bajo la superficie de las aguas tailandesas es encender el botón de flipar.   Casi sin empezar a nadar parecemos metidos en un episodio de aquellos famosos viajes de Jack Cousteau... peces payaso, globo, barracudas, enormes gusanos de mar... un universo de color que no debería dejar insensible a nadie. Sólo los ruidosos motores de las embarcaciones de popa larga nos impiden un total abandono a lo que la vista nos ofrece... Hay que mantenerse al loro para que no te despedace una hélice.

Durante el trayecto hacemos distintas paradas para buceos de superficie mientras rodeamos Ko Phi-Phi Leh, cada cual más bonita.  La menor de las Phi Phi ayuda mucho: No hay hoteles ni asentamientos definitivos (de momento).  En esta isla está Maya Beach, la playa de la pelicula  "La Playa", el único punto prescindible de la excursión. Allí se resume la gestión del turismo de Tailandia:  Los barcos de Popa Larga llevan hasta la orilla a los turistas y allí se amontonan unos con otros. Al final, toda la playa está tapada por barcos y  en el agua, un caos de hélices en funcionamiento terminan de disuadir del baño a los imitadores de Di Caprio.   Eso sí, para desembarcar en la playa hay que pagar una "tasa medioambiental" no incluida en el "pack" de la jornada... De locos.
Botes de popa larga en la playa de Maya Beach
A los chinos, los nuevos ricos del planeta, los llevan hasta allí en lanchas motoras mucho más caras. Pero no los desembarcan en la orilla,  los meten en el mar a algunos metros de la playa,  haciendo un círculo con chalecos salvavidas porque no suelen saber nadar (Muchos de ellos no han visto el mar en su vida) y mientras, desde la lancha, le regalan los oídos con música a todo volumen. Se supone que a ellos la experiencia les gusta más así.
Barquero de nuestra excursión a Ko Phi Phi Leh
El último acto del día era contemplar la puesta de sol en el mar de Tailandia.  Durante el ocaso solar nuestra embarcación se mantuvo al pairo dejándose mecer por el vaivén marino.   Cuando el sol se ocultó tras la ralla del horizonte nuestro barquero no fue capaz de volver a encender el motor del bote... No dio la cosa para ponerse nervioso, con tal saturación de embarcaciones haciendo lo mismo que nosotros, casi bastó con que el barquero levantara una mano para que un compañero viniera a asistirle.
Gema contempla la puesta de sol frente a las costas de Ko Phi Phi Dom

Al día siguiente, y tras algún que otro rebote nos decidimos a contratar un buceo con botella con el "Adventure Club".   El origén de nuestras tensiones estaba en el contrato que te hacen firmar allí los centros de buceo, donde les eximes de toda responsabilidad incluso en el caso de negligencia activa o pasiva por su parte.   Aquello fue un sapo que nos costó tragar, y que hizo que nos desdijeramos de nuestra palabra dada a otro club con el que habíamos acordado antes la inmersión.

Al menos, el contrato del Adventure Club, diciendo lo mismo, estaba en el formato oficial Paddy y contaban con la recomendación expresa de la Lonely Planet.  No había más remedio que pasar por el aro si queríamos bucear... y en un mar tan rico como el tailandés no hacerlo era una frustración más fuerte que las alarmas de nuestro sentido común.

Como hacía tiempo que no buceábamos con oxigeno, hubo que estudiar para pasar el "Review", lo que nos ocupó toda una tarde lluviosa y un par de zumos de frutas exóticas. Los riesgos asumidos con la firma del contrato valieron la pena, las dos inmersiones que hicimos nos permitieron ahondar más en la belleza de estas aguas y entrar de lleno en el "Continente azul" que diría Cousteau.

Nuestro encuentro con la tortuga marina fue uno de esos momentos por los que merece la pena vivir.  Sólo por ese día y esos minutos de grabación amorticé el ir arrastrando y pegándome con la Go Pro por todo Tailandia.

Cuando esa tarde cogimos el barco a la vez  pusimos rumbo a nuestra tranquila playa de Tonsai y salimos huyendo de Ko Phi Phi Don.

Nuestra regreso al Bungalow número 005 del Pasook, fue como volver a casa y el recuperar las cenas y desayunos en el Green Valley la comida casera hecha con cariño.

Madrugamos mucho como siempre, con la intención de esquivar un poco la humedad que azota estas latitudes y nos dispusimos con ímpetú a resolver los deberes... Llevo todo el año luchando por volver a encadenar vías relevantes y "Don Quijote de la Mancha" lo era para mí por todo lo comentado.  Lo intenté por activa, por pasiva y vuelo a vuelo.  Lo llegué a acariciar con las yemas de los dedos, las mismas que se escurrieron por el canto clave cuando todo parecía indicar que la presa ya estaba en el zurrón... Pero la moneda no salió cara y dí por concluido el asedio.

Gema también sostuvo su pelea hasta el último metro de "Schlingel Max (Paan Ta-Rhod)" pero finalmente, ambos dimos nuestro brazo a torcer.   No habría más escaladas en la playa de Tonsai, nos quedaba un día y hasta a nosotros, cabezones donde los haya, nos apetecía explorar otros sectores... como por ejemplo ese que quedaba a 3 metros de la puerta de nuestra cabaña llamado "The Nest" (El Nido).

Allí hicimos "Carline's Last Day" 6a precioso, pero con los cordinos en un estado deplorable... La misma reunión montada con un trozo de cuerda sujeto a tres químicos presentaba un aspecto espeluznante, contuve la respiración hasta volver al suelo. Dejé un montón de material reforzando el descuelgue... Cuando me tocó volver a demontar la vía, ví la reunión de al lado con un cordino con mejor pinta y de él me descolgué... Lo curioso es que la guía lo advertía... y nosotros no atinamos a leerlo hasta que ya estábamos abajo.  Habrá que aplicarse con el Inglés.

Hubiéramos hecho alguna vía más en "The Nest", pero el sol empezó a dar de lleno y nosotros nos derretíamos en sudor... había que cambiar de escenario.

Caminamos por el desconocido "Camino de la jungla" (Jungle Path) hasta Railay Este, este camino que los lugareños parecen no conocer pero que está señalizado, te evita depender de las mareas para ir a Railay Este y desde allí a Railay Oeste, es un camino bien marcado pero en ocasiones abrupto, con lo que tampoco es lo más adecuado para ir con equipaje pesado.   Con mochilas con lo necesario para escalar y agua te plantas en Railay Este en 30 minutos largos.

En Railay Este, la playa es fangosa (es una manglar) y nada ideal para darse un baño, pero es tan bonita como las demás.  En un estremo está el sector "Mua Thai Wall" en el que Gema  hizo sonar la campana de "Shadow, Shadow" (V) y en el que yo sufrí otra dolorosa derrota con "Mua Thai" (6b+) con una pinta tremenda, pero más expuesto de lo que yo en ese momento podía manejar.

Nos hubieramos podido hinchar en el sector contigüo "One, Two, Three Wall", por variedad de grado y buen equipamiento, pero allí es donde  se dan los cursillos de escalada y, aunque lo intentamos, no pudimos hacernos hueco... "Samy Boy" (6a) fue lo único que pudimos arrancarle al sector... Si no contamos con la visita a pie de vía de una especie de dragón de komodo que yo al principio identifiqué como un pequeño cocodrilo.  Verle pasar tan cerca y tan tranquilo fue otra experiencia brutal que nos llevamos de Krabi.

... Al final el tic tac del reloj marcó el tiempo de despedimos de Tonsai y de la península de Phra Nang/Railay. Aquí vivimos nuestros mejores momentos en Tailandia, vimos las cosas que más nos gustaron e hicimos lo que de verdad nos gusta hacer en vacaciones, dormir, comer, escalar, nadar, estar tirados en la playa, tomarnos una cerveza Chan, Lion, Tiger o Shinga (small one), interactuar con la fauna local, respetar y ser respetados por el entorno local.
último vistazo al sector Dum's Kitchen Wall mientras partíamos rumbo a Krabi

Cuando cogimos nuestro último bote de popa larga hacia Krabi un nudo nos atenazaba el estómago, partíamos hacia Kachannaburi, penúltima parada antes de regresar a Bangkok y luego volar a España a nuestra casa en Madrid a nuestras vidas cotidianas... De esa vida, que tiene cosas muy buenas, quitando a nuestra perra Pepa, familia y demás gente querida, podemos prescindir de todo,  Nos arrancaron de Tonsai justo cuando la mejor época del año estaba apunto de llegar.

Si alguna vez vuelvo a Tailandia, será difícil sacarme de Krabi.

Consejos y apuntes finales:

-El antimosquitos es imprescindible para escalar... El que te recomiendan en la consulta del viajero huele fatal para nosotros, pero no para los mosquitos tailandeses, te picaran más con él que sin él.  El que si es efectivo es el que te venden allí en cualquier supermercado, está hecho a base de cítricos, huele a naranja y es eficaz en lo que se le supone.


limpiándome los pies de arena, antes de empezar a escalar
-Comprar una esterilla de ratán para la cuerda es imprescindible para escalar en la playa y conservar la cuerda operativa.  Nosotros compramos dos y nos ahorramos además tener que estarnos limpiando los pies de arena entre pegue y pegue.

-Si vas a centrar tus escaladas en la provincia de Krabi te recomiendo la guía "The Pocket Guide 2013"

-Vimos muchos monos y ninguno nos molestó ni escalando ni en ninguna otra circunstancia, dicen que hay una especie en particular, más difícil de ver, a la que le mola intentar mear a los escaladores cuando los tienen debajo, pero aunque la vimos a poco más de a la distancia que tengo el monitor desde donde veo lo que escribo no nos topamos con ellos escalando.
Macacos cangrejeros sobre una vaya en Railay Este

Los monos son los auténticos locales de Tonsai, da auténtica envidia verles trepar y saltar por y desde la roca a los tejados o viceversa... desde este viaje he dejado de entender como el símbolo de los escaladores es la lagartija o la salamandra y no esta especie de monos reyes incontestables del territorio vertical.
El macaco cangrejero es el auténtico rey de la escalada en Krabi


 -Seguridad: Tailandia es un país super seguro para viajar de mochilero o hacer turismo, pero como ya habíamos leído y vivimos en nuestras propias carnes conviene no olvidar, que aunque allí nadie va a robarte, si es más que probable que intenten estafarte...  ¡Ojo con los tipos de buenos modales que te abordan en la calle y que acaban haciendo recomendaciones sobre lo que ver o no ver, visitar o no visitar!... Ni puto caso, 100% timo.

-Transporte: Mucho mejor comprar los billetes o acordar los precios u horarios con los transportistas (ya sean botes de popa larga, autobuses,  barcos o bielletes de avión) que con intermediarios. Además de que en la intermediación siempre va un plus económico, también te la pueden liar... En particular ni puto caso al de la agencia de viajes de Tonsai, ese que tiene el cibercafé a pie de playa. En caso de necesitar coger un bote de popa larga, mejor acudir al otro extremo de la playa y hablar con los barqueros directamente... No son siempre simpáticos, pero no te van a engañar.




-Escalando en Tailandia se suda cinturón negro tercer dan, quizás menos en la época alta (de noviembre a marzo),  cuando hablo de sudar, no me refiere a como se suda en España, me refiero a acabar literalmente chorreando sudor y empapando la ropa en un solo pegue.  Mejor pantalón corto y sin camiseta. Las chicas... top, bikini o...  acabar como mis camiseta mojada dando ambiente.

-los vuelos internos en Tailandia son baratos, menos de 50 euros ir desde Bangkok a Krabi y te lleva menos de dos horas, viajar en autobús son unos 12 euros y te lleva 12 horas...  que cada uno elija según tiempo y presupuesto.

-la cuerda y el material de escalada tiene que viajar en bodega.  Nosotros en un vuelo interno intentamos llevar la cuerda como equipaje de mano y nos la echaron para atrás.  Decían que podíamos ahorcar alguien. (con 80 metros de cuerda podíamos haber ahorcado a tripulación y pasaje es verdad).  Nos dieron la posibilidad de volver a facturación, recuperar nuestras mochilas y facturarlas, pero como estas iban hasta los topes, ya habíamos acabado nuestra fase escaladora en Tailandia y a la cuerda le quedaban dos telediarios, allí se quedó.  Hubiéramos preferido donarla a cualquier tienda de escalada de Tonsai para que la hubieran usado en reequipamientos.