sábado, 9 de abril de 2011

Placa de las Nueve, se fini.

...La Susi me había dado el toque y yo, más que por las ganas de escalar, por las ganas de verla y de ver también si escalando me daban ganas de escalar,  quedé con ella para ir a La Placa de las Nueve a ver si tenía el día y liquidaba de un plumazo  el 6c (Don Quijote), el 6a de su derecha (Adherencia que paciencia), el sector y el papel protagonista de La Pedriza en mis escaladas de este año... Escuela y lugar fantástico en el que he sobreescalado sin piedad a lo largo de este invierno.

La aproximación, transcurrida la parte común al resto de sectores de esta zona, es bastante entretenida... un estupendo camino de cabras en el que unos pocos hitos, a ratos un sendero, y nuestro propio sentido común nos harán navegar entre rocas hasta depositarnos a pie de pared con la parte aeróbica del día resuelta.  Seguro que a alguien un día le da por invertir, pongamos 30 mil euros, para "arreglarlo" y hacerlo accesible a gente a la que la montaña y la naturaleza le importa una mierda (buscaba otra palabra pero no me ha salido)

Nos ponemos con las manos en la masa y los gatos en la roca surcando "Adherencia, ¡qué paciencia!"  un nombre mítico por el que es conocida una famosa vía del Cancho de los Brezos...  En este caso, el nombre no casa demasiado con la vía, que es asequible, predecible y algo escasa de sustancia aunque nos sirve, eso sí, para afilar los sables y poner el motor al ralentí.

Terminamos de arrancar tras repetir "Capitán Morgan" y "Sabina" y sin marear más la perdiz,  nos plantamos a pie de la rompe-espinillas... digo "Don Quijote"  a ver que cara pone... Aunque para caras, las de dolor que pongo yo al darme el primer resbalón y llevarme el consiguiente golpe seco en la parte anterior de mi canilla derecha...  Un par de pequeñas heridas dejan de brotar algo de sangre  desde mi pierna, en el mismo punto y en el mismo lugar, en el que dios sabe cuantos escaladores a lo largo de la existencia de esta vía.

No puedo decir que no me hubieran avisado... aunque creérmelo no me lo había creído del todo. La salida es lo más difícil de la vía y si se te va el pie (que es la cosa más normal) la espinilla impacta indefectiblemente contra la roca. 

Quiero a la vez encadenar la  vía y liquidar el sector... Improviso una espinillera enrollando el forro polar a lo largo de la potencial zona de impacto... Después de unos cuantos resbalones y así protegido, le pierdo el miedo a la vía y, tras apurar la paciencia de "Kukurutxito", tras una larga "fase alcayata", logro incorporarme a la placa, darme un paso más apuradillo y salir de la zona "caliente".  La dificultad, a partir de ese punto, se bate en retirada.

Más contento que unas castañuelas me dispongo a pasar un resto de día más relajado, disfrutando del saborcillo del éxito.  Es el turno de Susana, ella prefiere darle caña a "Windsor" (6b+) una de las joyas del sector. Una placa de adherencia preciosa y exigente que yo había encadenado, al segundo pegue,  en mi primera visita con Pepe el 16 de abril de 2008.

Susana escala perfecta, concentrada y rápida en la sección más difícil y además parece que busca a propósito los pasos más estéticos y exigentes que la vía puede ofrecer...  Me gusta tanto como se la hace, que me animo a darle un pegue intentando, al igual que ella, encarar la vía siempre por la parte más dura.

Al igual que Susana,  voy como un tiro al principio. Supero la primera, la segunda y un metro por debajo de la tercera exprés me preparo la cuerda con los dientes para coger una nueva brazada y chapar.   En ese momento se me pasa por la cabeza darme prisa en soltar la cuerda de la boca por lo que pueda pasar.  En realidad no estoy mal ni pienso en que me pueda caer... Es un simple pensamiento que me llega y al que obedezco.   Estoy ya con la cuerda en la mano tocando el mosquetón con los dedos cuando me doy el pire.  Son décimas de segundo, pero luego te das cuenta de que dan para pensar en muchas cosas.   En mi caso, pienso que "algo" es distinto a otros vuelos.  Tenía un montón de cuerda en la mano y me doy cuenta que estoy cayendo demasiado y que la cuerda sigue teniendo comba.   Entonces veo el casco de Susana a la altura de mis pies y entonces Sí, la cuerda me retiene de golpe levantándola medio metro del suelo.   Quizás yo me quede a 30 cms.

Se me queda cara de susto y me tiembla hasta el corvejón.  Ha estado muy cerca.  Susana me dice que le ha dado tiempo a recuperar una brazada de cuerda... sin esa brazada me habría roto las piernas y quien sabe que más.

Me pongo a escalar enseguida, si me paro a reflexionar un poco más, igual abandono para siempre.   Cuando llego al punto de "eyección" estoy más al loro, aunque acabo acerándolo y repitiéndolo "con red"  la cosa sale y me planto en la reunión aun con síntomas de sobrecalentamiento en el reactor.

Una vez en el suelo damos por concluida la sesión.  Todo ha salido bien.  Hemos estado agusto, hemos encadenado, he completado el sector y mi ángel de la guarda sigue estando en plena forma (la de veces que ha tenido que hacer horas extras conmigo)

Para acabar me viene al pelo una estrofa de "Sucede" de Extremoduro.

No he vuelto a ser el mismo
desde que se fué
Gillespie, Zappa, Mercury, Camarón
y me siento mejor
si se que tengo una estrellita pequeñita pero firme!
Pero firme!
pero firme!