domingo, 2 de julio de 2017

A exámen: Zapatillas Five Ten Aescent 2017



Five Ten DAESCENT


Soy consumidor de opiniones de productos que me interesan, opiniones que intento no procedan de fuentes cuyos ingresos por publicidad hayan podido condicionar la opinión de quien la escribe. En otras palabras, prefiero la opinión de un usuario final no profesional (más o menos acertada) a la que pueda leer en una revista escrita o digital. En esta línea, a veces vierto en este blog mís propias opiniones sobre productos, lugares, sitios... Éste es el caso.

Soy un fan de la marca Five Ten, me gustan sus diseños y en general siempre he quedado notablemente satisfecho con la calidad y rendimiento de sus productos... Esta admiración no es ciega ni incondicional pero crea una expectativa de rendimiento que en pocas ocasiones se ha visto defraudada.

Para que quien llegue hasta aquí pueda calibrar bien mi criterio sobre las Aescent, empezaré hablando de cosas que me han defraudado de Five Ten o en las que han sido superadas por competidores.  Un par de ejemplos:

Tras años de uso combinado de Pies de gato (calzado de escalada) de las marcas Sportiva (que fabrica y monta sus suelas Vibram) y Five Ten (que fabrica y monta las suelas Stealth) empecé a resolar los pies de gato de Five Ten con suela Vibram, generalmente la Edge, porque es notablemente mejor, más duradera y más todo terreno que la de Five Ten.

Five Ten Camp Four GTX Mid
Como segundo ejemplo de no plena satisfacción con productos de FIVE TEN, citaré las botas Camp Four Gtx Mid que si bien y en general, son de muy buena calidad, no son perfectas y tras usarlas intensamente durante el circuito de los Annapurnas (aproximadamente 3 semanas) me encontré con una lengüeta demasiado estrecha (no en el mullido sino en el sentido de insuficientemente ancha) que no protege bien de los roces la parte de la pierna más cercana al tobillo. El resultado fue una ampolla donde jamás hubiera pensado que podría salirme.

A lo que vamos, las Aescent.  Me había quedado sin zapatillas de calle y estaba pensando en comprarme unas clásicas New Balance pero no terminaba de decidirme. Como la primavera comenzó más templada de lo habitual, mis alternativas habituales, las Five Ten Camp Four resultaban demasiado calurosas y duras, y como además son del desaparecido modelo antiguo y no ha existido sobre la faz de la tierra (a mi criterio) unas zapatillas mejor hechas,  intento que me duren todo lo posible,  reservándolas para el exclusivo uso montañero para el que fueron concebidas.

Five Ten Ten Guide
 Aún me quedaban mis viejas Ten Guide, mas frescas, más flexibles pero ya al final de sus días. Así que empecé a usarlas tanto para ir a escalar como para ir a currar... No duraron mucho así, la piel estaba pasada y se me hizo un agujero a la altura del meñique del pie. Aun con agujero, han estado aguantando el tipo en montaña hasta hace bien poco.

Bien, pues con estas estoy en la tienda (Makalu)  y aunque iba a por la Ten Guide, el nuevo modelo no terminaba de convencerme y veo que tienen estas otras en oferta.  Me gustan, me gustan mucho.  Las había visto previamente en la web de Five Ten, pero en directo molan más.  Me repaso las características y sobre todo me quedo con el uso para el que están pensadas: Excursionismo, escalada y ciclismo (pedal de plataforma)... Joder, basicamente lo que me gusta hacer.

Five Ten dice en su web

"La única zapatilla de aproximación en el mundo con una suela de goma Stealth® Mi6 ™ que proporciona fricción, amortiguación y sensaciones inmejorables. El Æscent es el último zapato de enfoque multi-deportivo. La entresuela de dos piezas proporciona una plataforma de apoyo para el ciclismo o la escalada, mientras que el cuero de grano dividido y la parte superior de malla permite que los zapatos permanezcan transpirables."

 No me creo mucho la publicidad de las marcas, pero es un indicativo que me ofrece unas características que me interesan a priori.  En la mano es una zapatilla flexible a la altura de los metatarsos y bastante más rígida en el resto del pie,  ventiladas y ligeras  como unas playeras de toda la vida, y estéticamente y a mi criterio: sobrias, discretas y con ese toque chulo de los cordones color mostaza.

Puesta en el pie, la talla 10 USA (43 español) me queda como un guante ¡Me la llevo!

Las estrené en Rodellar, durante la Semana Santa. Hasta los sectores de escalada donde desarrollamos nuestra actividad vertical  tendríamos un pateo mínimo de  30 minutos atravesando el pueblo desde el parking de furgonetas hasta el refugio Kalandraka, y luego por la senda ancha que baja al Mascún. Una vez abajo, en el fondo del cañón, el camino a veces torna en sendero y en un par de ocasiones hay que vadear el río saltando de piedra en piedra con la mochila acuestas.   En todo el trayecto, que repetimos 5 días con precisión matemática, las zapatillas se mostraron comodísimas, ofrecían seguridad a la hora de los vadeos y cuando tocó mojarse por la torpeza de quien esto escribe, el secado fue rapidísimo.

Los sectores donde escalamos son sectores masificados porque las vías en general son fáciles, esto hace que muchas estén pulidas y la roca haya perdido su tacto.  En unas cuantas ocasiones probé fortuna en ese terreno con estas zapas con el resultado esperado... En placas donde se puede plantar parte de su suela Stealth MI6 está no se desliza, y donde hay que cantear, se defiende siempre y cuando hablemos de regletas netas de un tamaño suficiente.  

El ajuste del cordón, si vamos a exigir a la zapa, requiere su tiempo, pero una vez logrado el punto exacto entre sujeción y riego sanguíneo este no se pierde durante el uso. Sus cordones se mantienen lazados si hacemos el nudo prestando un mínimo de atención y hacemos una lazada doble.

Me fui de Rodellar convencido de haber gastado mi pasta con acierto total pero aun quedaba un uso que probar.

La publi dice que estas zapatillas además de servir para andar por el monte y escalar, también sirven para montar en bici.   Tenía mis dudas, pero aprovechando que este año he retomado la costumbre de ir al trabajo en bici, monté mis pedales de plataforma Wellgo V12 copia, y han sido mis zapatillas de calle y bici urbana desde que los calores retiraron también a sus aposentos de invierno a mis más especfícas  Five Ten Freerider.

En este uso el calzado nuevamente se ha desenvuelto con perfección, es cómodo como un playero de calle y se agarra bien al pedal... Pero los de Five Ten no se referían a un uso urbano cuando hablaban de su utilidad como calzado de bici, se referían a Mountain Bike, Y aprovechando mi puesta a punto ciclista para el Camino de Santiago también les he hecho unas buenas kilometradas en asfalto y también por senderos y pistas de tierra de la Casa de Campo y El Pardo.

He de decir, que si bien llevo unos años retirado del ciclismo recreacional de montaña, he montado muchísimo en bici y se de lo que hablo y de lo que no puedo hablar por qué sé que no tengo ni idea. Yo vengo del pedal automático y las zapatillas con calas SPD, ese es mi referente y lo que prefiero para montar en bici por campo o asfalto. El uso que yo le he dado  al pedal de plataforma ha sido residual y desde luego no para hacer trucos ni saltos ni nada extremo... Para ir a currar, rutas con mi chica y mi perra en las que vamos a parar muchas veces o cuando el barro hace insufribles los pedales automáticos.

En lo que yo puedo hablar, en circuitos de asfalto de entorno a los 40/50 Kilómetros la combinación entre mis pedales de plataforma y las Aescent, es perfecta, no extraño los automáticos ni cuando voy sentado ni cuando me pongo de pie para mantener un ritmo en rampas empinadas, lo mismo cuando toca una bajada a 60 kilómetros por hora dando pedales a toda leche... En ningún momento he sentido que el pedal se me fuera a escapar del pie ni inseguridad de cualquier otro tipo derivada de su uso.

Por campo, bajando por senderos rápidos, sí que sufrí unos segundos de desconcierto cuando la bici empezó a rebotar entre baches, raíces y roderas, pero enseguida e instintivamente cargué más peso en ambos pedales y la sensación de inestabilidad desapareció al momento. La zapatilla y el pedal se mantuvieron unidos sin síntomas de irse a separar y por mi parte tampoco puedo pedir más.

Conclusiones:

Este calzado me recuerda a aquellos tiempos en los que teníamos unas zapatillas para todo, de hecho, creo que hasta podría salir a correr con ellas si lo necesitase.   Al mismo tiempo no es un calzado específico para nada: no es mejor que unos pies de gato para escalar y  no es mejor que un calzado específico de bici para pedales de plataforma... pero se defiende muy bien en esos usos. Tampoco es un calzado con el que yo me iría de trekkin 20 días cargado con una mochila, pero podría intentarlo, y seguro que de no existir las Five Ten Camp Four, las Aescent serían mi calzado de referencia para 3 ó 4 días de ruta por Picos de Europa o una larga jornada en la Pedriza con la mochila de escalada hasta los topes.

Es un calzado perfecto para un día de escalada en el que haya una aproximación de cualquier tipo, también es perfecto para su uso diario en ciudad con tiempo templado o cálido, funcionan estupendamente con pedales de plataforma en la bici (en lo que yo puedo hablar).  Se defienden escalando en placas sencillas de hasta 6a o 6a+  y en general es una buena zapatilla para hacer rutas en verano por el monte.

Podría valer también para hacer Skate porque su suela es totalmente plana.  Si alguien las ha usado para esto, que lo diga.   

Tallaje:

En Five Ten he usado desde la talla 9,5 USA, hasta la 10,5 siendo la 10 (43 español) la que habitualmente mejor me queda y la que también más habitualmente he usado en otras marcas, aun así no hay que fiarse y es mejor probárselas antes de comprarlas por Internet o a la ligera en una tienda.

Pegas:

-¿Pero cómo no le han puesto a esta zapatilla tiradores mosquetoneables en el talón?  Para mí es un descuido imperdonable. Además de no faciltar el calzado, su ausencia impide que las lleves en el portamaterial del arnés en una vía de varios largos . En Five Ten dicen con razón que es una zapatilla de aproximación y válida a escalar, pero... ¿y los destrepes? en este caso casi siempre son los pies de gato los que acaban en el portamaterial y las playeras las que ocupan su lugar en los pies, pero no las Aescent, porque no habremos podido llevarlas.

Menos reseñable es que en bici hay que hacer las lazadas cortas para que los  cordones no se enganchen con las bielas y en este sentido los cordones podrían ser 2 ó 3 centímetros más cortos y no pasaba nada.

Están cerca de ser perfectas.


Las Aescent también valen para ver la tele tirado en el sofá




sábado, 1 de julio de 2017

Camino de Santiago deade Madrid en bici. Capítulo 3º. Ambientación.


25 de junio 2017, domingo.

El domingo fuimos a escalar como siempre que nada nos lo impide, y como acabamos pronto, volvimos de Patones con tiempo suficiente como para descansar un poco el cuerpo antes de disponer del resto de la tarde con total libertad.

Poco a poco me voy emocionando más y más con la idea del viaje en bici a Santiago, y si algo he aprendido es que si algo, por simple que sea, emociona, hay que alimentarlo y dejarlo crecer para que luego tenga tanta fuerza que los miedos, la pereza o los contratiempos que siempre aparecerán no sean obstáculo para impedir lo que venga detrás.

Así las cosas, la familia al completo cogimos el metro en Marqués de Vadillo y nos plantamos en Ópera para investigar la ruta jacobea del Madrid más antiguo acompañados de la guía que compramos en la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid.

Los libros son siempre mágicos, soy madrileño, vivo en Madrid y he vivido con entusiasmo Madrid y especialmente su centro muchos años, y sin embargo,  de no ser por este libro, no hubiera conocido este rincón ilustre del Madrid más clásico que es la  "Plazuela de Santiago" donde está la Iglesia de Santiago y San Juan Bautista, punto de partida de los que, desde hace muchos siglos, inician la peregrinación desde la capital de España hasta el "Campo de Estrellas" gallego.

Iglesia de Santiago y San Juan Bautista

Interior de la iglesia
La iglesia, por fuera, parece un edificio civil de corte clásico. Cruzar el umbral de su puerta para un agnóstico como yo debería ser como entrar en cualquier otro lugar, pero no lo es, algo se agita en mi estómago y recorre mi espina dorsal.

 Mis ojos se detienen en el cuadro del altar mayor, no se quien fue Francisco Rizi, pero había leído en la Wikipedia que esa obra fue de las mejores que salieron de su pincel.  En ella se vé a Santiago, espada en mano sobrevolando con su caballo los cuerpo inertes de sarracenos vencidos.  Una flipada espectacular.
Cuadro de Francisco Rizi en el altar mayor representando a Santiago Matamoros

Tras mi visita, le toca a Gema entrar y a mi quedarme con Pepa haciendo fotos en la plazuela... la verdad es que me hubiera gustado mucho haber hecho la visita junto a ellas, pero la iglesia no se diferencia en nada al resto de entidades no religiosas  en su percepción y trato de los animales no humanos, al menos en este país.

La plazuela tiene un par de terrazas, una de las cuales tiene ambiente y la otra no.  Suponemos que el estacazo será mayor en la que mantiene sus mesas vacías y optamos, como el resto de parroquianos por la del

Madrid de los Austrias, una Mahou, una guía de viaje... Se está gestando algo...
Bar Santos.  Un par de cervezas más tarde continuamos la ruta de los peregrinos por las calles Santa Clara, Vergara, Plaza de Isabel II (¡Me entero ahora de que la plaza de Ópera es en realidad la de Isabel II, benditos libros!), calle Caños del Peral, Plaza de Santo Domingo y así hasta tomar  San Bernardo, cruzar Gran Vía y desviarnos para ver la fachada del convento de las Comendadoras que tiene también una iglesia dedicada a Santiago.  Por cierto la "Plaza de las Comendadoras" es otro de esos rincones espectaculares que no conocía de Madrid.
Iglesia de Santiago del convento de Las Comendadoras. Calle Quiñones.

Nuestro paseo nos lleva finalmente hasta la Glorieta de Quevedo desde donde empieza la calle Bravo Murillo que en su día, si todo va como está previsto, recorreré en bici hasta su final en Plaza de Castilla donde empiezan las flechas amarillas señalizadoras de la ruta hasta Santiago.

En la Glorieta de Quevedo, un músico callejero es interceptado por una vecina a la que le molesta su música hasta el punto de mandarle con la misma a otra parte. De nada vale que sean las 8 de la tarde, ni  que el músico prometa finalizar su actuación en dos horas.  El hombre se lo toma con resignación, educación y una sonrisa.  Nos conmueve.

Deshaciendo el camino hasta el metro de Ópera, paramos en un DIA  a comprar unos helados, la caja contiene más de los que queremos comer y le ofrecemos uno al señor que pide en la puerta. No es una limosna, es que hace un calor de narices y a nadie le amarga un dulce.  Los tres saboreamos el Magnum de chocolate blanco versión "DIA" con gusto.  Al finalizar seguimos camino, el nuestro nos llevaría de vuelta a casa.