domingo, 4 de septiembre de 2011

Vacaciones 2011 - Parte III - Retorno a Quirós

...Según fueron pasando las horas, los montañeros con los que habíamos compartido camino de regreso a Cabrones, habían ido abandonando el refugio de vuelta a la civilización...  Eran entre las seis y las siete de la tarde y había llegado el momento de tomar una decisión ¿Nos vamos o nos quedamos?

Estábamos cansados, pero habíamos comido, dormitado un poco y habíamos recuperado algo las energías.  Nos preocupa Pepa.   Estar aquí un día más puede ser, según del lado en el que caiga la moneda, una muy buena o una muy mala idea.

Pienso que en el caso de que desfallezca, cuanto más cerca estemos de Bulnes, mejor será para todos.

Gema tiene algunas reticencias, pero logro convencerla...  Un vivac en la zona del Collado de la Cima no entra dentro de sus planes...  Las vacas que nos cruzamos a la subida no fueron demasiado amistosas y ahora, nuestra querida perra flauta, no estaba precisamente como para esquivarlas.

Nos ponemos a andar, la temperatura es agradable y las piernas responden. Pepa sigue nuestro paso con cara de concentración... Su ojo izquierdo sigue cerrado y la hinchazón no es que haya remitido precisamente.

Gema camina despacio, yo estoy más fuerte y me desespero un poco, pero se que aquí todos vamos poniendo lo que tenemos:  Las últimas migajas de nuestras agotadas energías. 


Cuando llegamos al paso asegurado con un pasamanos, quitamos el arnés a Pepa y lo arrojamos camino a bajo. Sin trastos en el lomo y con un poco de mi parte atraviesa el tramo difícil.  Luego vuelvo a hacerme cargo de la mochila de Gema que ya ha superado con creces su límite de estrés en esta singladura por Picos.

En el resto de placas que aun nos quedan encontramos menos problemas y, casi sin darnos cuenta, tenemos a tiro de piedra "La Collada de la Cima".   Estamos en las Campas del Trave y aun tenemos como mínimo una hora de luz por delante.   Es el momento y el lugar.  En un pequeño rellano herboso, decidimos disfrutar del final de aquel día primero de agosto de 2011, y prepararnos a contemplar un espectáculo, que ningun televisor por muy 3D que sea podrá reproducir jamás.


A nuestros pies, un impresionante mar de nubes cubría todo el valle, dejando la Collada de la Cima al descubierto. Miráramos donde miráramos, montañas de perfil afilado parecían flotar sobre las nubes en un paisaje irreal...   Luego llegó el juego de colores del atardecer...

Embobados, instalados sobre nuestro pequeño jardín colgante, habíamos esperado aquel momento con los deberes hechos:  Pepa, envuelta en su manta y embutida en mi funda de vivac, aguardaba dormida su primera noche a la intemperie.     La cena de infiernillo a base de pasta precocinada nos supo a gloria y la infusión de Infurelax había sido el colofón para sentirnos no necesitados de nada.

Después de asistir un buen rato al espectáculo celeste... Metidos ya en nuestros sacos, esperámos la traca final.   Gema me había hablado de las estrellas de Picos la noche de la Horcada de Caín... Sentía envidia de no haberla podido acompañar aquella vez; tan molido como estaba, fui incapaz de encontrar las fuerzas para salir del saco y de la tienda....  Esta vez era yo el que luchaba con mas ahinco por no quedarme dormido...   Sin tienda entre nosotros y el cielo solo nos faltaba lograr mantenernos despiertos un poco más.

Una a una, como si de artistas de cine se tratara, fueron irrumpiendo en escena... Gema es capaz de reconocer a algunas por su nombre y me las va señalando....  finalmente tenemos tal cantidad de ellas sobre nuestras cabezas que es ya es imposible señalar nada.

La temperatura está lejos de ser gélida; el cielo, sin una sola nube sobre nosotros, da lo mejor de si.  A pesar de nuestro desconocimiento, de nuestras torpezas y de todos los adjetivos achacables a nuestra incomparable inexperiencia...  Por esfuerzo y por ilusión nos habíamos ganado una traca final como esta.  La única inquietud que tenemos es el estado de salud de Pepa.

Estoy completamente dormido, cuando poco a poco una serie de ruidos cada vez más cercanos me arrancan  de los brazos de Morfeo.

Gema pregunta ¿Qué es eso?...  No me hace falta abrir los ojos para contestar.  Son cabras y deben de estar muy cerca....  Busco mis gafas con la mano y me las llevo a la cara a la vez que abro los ojos... ¡Y tan cerca!

Estamos rodeados de unas veinte cabras,   la más próxima no estará ni  a tres metros.  Pepa intenta gruñir, pero no puede, está al límite.

El silencio absoluto, roto unicamente por el sonido de los cascos, su respiración y la luz de la luna, crean una atmósfera mágica.   A pesar de la proximidad y de estar desprotegidos dentro de los sacos de dormir, no estamos asustados. Ni siquiera cuando dos de ellas enfrentan sus testuzes disputándose el pienso de Pepa;  sin embargo, cuando ya casi las podemos tocar con las manos, si nos preocupamos de que puedan acabar por pisarnos y hacernos daño.   Encendemos la lámpara y las doy un par de gritos, suficiente para hacer que retrocedan unos metros...  Después, simplemente nos volvemos a quedar dormidos.

Salimos definitivamente del mundo de los sueños con las primeras luces del amanecer. Las cabras siguen ahí, han pasado la noche con nosotros, pero al igual que con el mar de nubes que cubría el valle, la luz del sol las hace desvanecerse... No me ha dado tiempo ni  a coger la cámara...  Ni un minuto ha durado la transición entre el día y la noche.   Aquí, en Picos, todo es abrupto.

El nuevo día nace con nuestras mentes enfocadas en un único objetivo, llegar con Pepa viva al primer veterinario que encontremos.

Sacamos a Pepa de su envoltorio y milagrosamente se pone en pie, la damos los mejores manjares que aun nos quedan y la hacemos beber.   Es hora de volver a la civilización.

Según nos ponemos en marcha me doy cuenta de una cosa, mis piernas no van.   No ha sido algo progresivo por el cansancio acumulado y eso... No.  Ayer iban y hoy no.  Lo voy a pasar fatal.

Bajar hasta la Canal de Amuesa se me hace larguísimo... y eso que estamos al lado,  pero la bajada de la Canal se me convierte en una especie de purgatorio en el que pongo a prueba la santa paciencia de Gema.   Voy tan despacio que me desespero, se me cruzan los cables y voy lleno de rabia, GPS en mano, dispuesto a no parar hasta que al menos no descienda tandas de 40 metros de desnivel.  Gema intenta ayudarme pero es mejor darme distancia... Estoy tan inaguantable como mis piernas.
Pepa, rendida junto a un Hito en las Campas del Trave

Cuando finaliza la Canal, Los Llanos del Torno me sirven para recuperar ritmo y descruzar el cortocircuito de mi cerebro...   Gema acepta mis disculpas.  Es hora de ser prácticos.   Mis piernas no funcionan bajando, así que una vez en Bulnes El Castillo, ella se adelantará con Pepa. La idea es que pregunte en el funicular si nos dejan bajar con ella  y si no, me evite el paseo hasta Bulnes Villa. 
Estas cabras domésticas son las primas de nuestras amigas del vivac.

Así lo hacemos, nada más iniciar las rampas de descenso desde "El Castillo", cada paso mío vale por tres de Gema... Tardamos 20 minutos en subir  cuando veníamos... Y ahora por lo menos el doble en bajar.

Una vez abajo, el camino hasta el funicular es un camino plano con tendencia a subir...  puedo con el, y meto la directa...  justo al llegar a la entrada de la boca del funicular me encuentro con Gema.  Nos dejan bajar.   

Esa noticia, que en cualquier otro momento me hubiera producido urticaria, me sabe a gloria...  He criticado la obra del Funicular de Bulnes en todos los foros donde ha salido el tema y en todos los ámbitos donde he tenido voz.  Y para mi sorpresa allí estaba yo tan contento, con mi billete a Poncebos  de a 16 euros el trayecto.

Gema me pone en antecedentes:  Después de bajar desde Bulnes de arriba, al cruzar el Puente de la Reconquista, Pepa se tumba en el suelo incapaz de andar más.  Después de bajarla al río para intentar que bebiese y refrescarla un poco, retoman camino con ella, a ratos en brazos y a ratos obligándola a andar. Así llegan hasta el funicular donde no les ponen ninguna pega y sólo un requisito, ir con bozal...  que ellos mismos facilitan.

Al llegar a la furgo metemos a Pepa sobre las colchonetas de la cama y empezamos a organizar la intendencia para salir pitando de allí... Es entonces cuando una sustancia viscosa empieza a supurar de entre las comisuras del párpado... Es tan densa que creo que es el propio ojo que se le está saliendo...  Enseguida empieza a brotar también sangre...   Gema me saca de mi error... Es pus  y sangre, nada de ojos, no nos pongamos en plan gore.

Conecto el móvil, tenemos cobertura, así que llamo a nuestro veterinario de Madrid, quizás ellos tengan alguna relación o puedan derivarnos a algún colega de la zona.

Nuestros veterinarios, de Huellas de la Calle La Vía, son buenos profesionales y mucho mejor personas...  Les cuento lo que le pasa a Pepa  y les pido por favor que me localicen un centro veterinario donde puedan atendernos...   La ayuda nos viene directamente en esa llamada,  no es tan grave.   Cuando la llevamos en su día para que le vieran el ojo inflamado pensaron que se trataba simplemente de un golpe y por eso nos recetaron los antiinflamatorios... Ahora estaba claro, había una infección que había que tratar inmediatamente con antibióticos.  Concretamente con el Dalacín 150...

..Antibióticos y descanso y nada más...

Nos suena a música celestial... pero el resto de la tarde la pasamos buscando el dichoso antibiótico de farmacia en farmacia y de pueblo en pueblo... En Cangas de Onís nos dicen que nos lo traen esa misma tarde, por lo que decidimos quedarnos allí a comer.   Cuando dan las cinco y volvemos a preguntar... resulta que se han equivocado y nos han traído otro...

Vuelvo a molestar a nuestros veterinarios y nos dicen que no vale, que tiene que ser el que nos han dicho... Así que vuelta al coche y  de nuevo a peinar farmacia por farmacia.  Estamos dispuestos a llegar así hasta Oviedo si es necesario... No hace falta. En Arriondas, la cara de Gema al salir de la última de ellas me hace saber que ya lo tenemos.

No tardamos ni un segundo y le enchufamos el primero... Ahora son 2 al día y a esperar.

Esa noche dormimos en Las Agüeras... Volver a Quirós es como volver al hogar, hasta Pepa parece reactivarse un poco, bueno más bien un poquitín.     Supongo que más que por Quirós y por el antibiótico, por la cantidad de sangre y pus expulsada que había aliviado notablemente la inflamación, la presión y el dolor

Es hora de descansar en nuestra cama del interior de "La Bestia."