martes, 29 de agosto de 2017

Camino de Santiago desde Madrid en bici: CapítuloV. El Viaje. Etapa II: Mataelpino-Zamarramala 53,80 Kms.

Sábado 12 de agosto de 2017 - Segunda etapa:  Mataelpino-Zamarramala

Distancia 53,80 Kms. (120,57 desde Madrid)  Tiempo de pedaleo 5 horas y 10 minutos. (10 horas y 13 minutos desde Madrid) Velocidad media 13,3 Km/h (13,3 Km/h desde Madrid) Velocidad máxima 44,5 Km/h 

Desnivel acumulado subiendo: 1.764m  -- Desnivel acumulado bajando: 1.935 m

Abro los ojos a las 8:10 de la mañana una hora antes de lo previsto, pero he dormido bien.  Nadie ha perturbado mi sueño porqué soy el único inquilino de la segunda planta del Albergue.  En la inferior está alojado un grupo internacional de chavales que participan en un campo de trabajo. Se fueron a la cama antes que yo y a penas sí se he oído levantarse a alguno para ir al baño.

 

 Sin abandonar la cama, grabo una nota de voz en el móvil  para recordar las incidencias de la etapa anterior, así como los datos numéricos que me proporciona el cuentakilómetros.  Poco a poco me desperezo, me aseo y me voy a desayunar.

 

Café, tostadas y cookie 4,20 euros

Desayuno sin ninguna prisa y de manera consistente en la Cafetería - Panadería de la Avenida de Los Linares.  Sin pudor alguno me tomo un café, unas tostadas con mermelada y mantequilla y una gran cookie de chocolate.  Espero no volver a rodar nunca más con el estómago vacío.  

 

De vuelta en el Albergue me visto de ciclista y monto las alforjas en la bici.  No tengo que pensar mucho, lo había ensayado en casa y todo encaja perfectamente. 

 

El culotte y el maillot del día anterior no han terminado de secar y los extiendo en el muro de un parquecito anexo mientras termino de preparlo todo.

Albergue de Mataelpino. Un sitio agradable con unas instalaciones cómodas y una ducha gloriosa. Muy recomendable. Precio: 7 euros.

 Son las 11:39 cuando emprendo la marcha y ya aprieta el calor. Éste no puede ser mi horario habitual de empezar las etapas, pero después del "mal viaje de ayer" hoy era importante tomarme las cosas con mucha calma. 

 
11:39 horas. Albergue de Mataelpino.  La "Santiaguera" cargada y preparada para salir.

 Comienzo la ruta buscando la calle donde cené ayer con Gema. Durante el paseo al "Wallabies" localicé una de las flechas amarillas y salgo en su búsqueda. Saltando de farola en farola, las flechas me invitan a recorrer el resto de la Avenida de los Linares  hasta salir de Mataelpino.

 

 Advertido por la guía de Juanjo Alonso, obvio el desvío por camino a la altura de la Urbanización Vista Real  y continuo rodando por la carretera hasta una glorieta en la que la M-607 toma rumbo a Navacerrada.  

 

Teóricamente y según la guía, he de seguir por carretera un kilómetro y medio, pero desde la glorieta es muy evidente un buen sendero que discurre paralelo a la M-607. Dudo y pregunto a unos bikers que me rebasan, ellos tienen el plan de ir a Segovia y volverse en tren, me confirman que la senda llega a Navacerrada y se ofrecen para a ir juntos.  Es evidente que la diferencia de ritmo lo hace imposible, lo tomo como una cortesía y declino el ofrecimiento amablemente.

 

Una vez retomada la senda de tierra ya no la abandonaré hasta llegar a Navacerrada si bien, antes de llegar, cambiaré de orilla de la carretera para tomar el "la bonita calleja rural" que se referencia en la guía. 

 

 No soy un lince de la orientación, la flecha amarilla a veces tarda en aparecer y me hace dudar, pero nunca ruedo muchos metros sin que su presencia confirme el rumbo. 

"Rústico Puente de Piedra" según la descripción literal de Juanjo Alonso en su guía "Camino de Madrid a Santiago en BTT"

 

Cruzo Navacerrada siguiendo las flechas amarillas, el pueblo está muy animado a estas horas nada tempranas. A pesar de ir con alforjas he rodado muy bien hasta aquí, con sensaciones radicalmente diferentes a las de la etapa que me llevó hasta Mataelpino.  Sin embargo estoy prevenido de que a la salida del pueblo tengo la rampa más dura que afrontaré en la etapa. Bien, llegó el momento.

 

Efectivamente, la rampa se las trae, a pesar de rodar por buen asfalto tengo que apretar los pedales empleandome a fondo.  La cadena cae al plato pequeño y gira engranada con uno de los piñones más grandes, la velocidad de crucero oscilará entre los 5 y los 7 kilómetros por hora, aun así corono sin echar pie a tierra y con el corazón y los pulmones al galope.  Resulta paradójico que la calle en cuestión se llame Abel... porqué rodar por ella te hace pasar las de Caín.

 

El final de la rampa y de la calle por la que discurre  se logra al alcanzar la del Párroco Desiderio García, la tomo hacia la derecha, pero disfruto de su desnivel llano tan sólo unos metros, antes de que la calle regrese al pueblo en sentido de bajada las flechas amarillas me desvían a la izquierda, por un camino de tierra que lleva hasta el Hotel Arcipreste de Hita.  

 

El camino es un muro vertical en el que es imposible progresar encima de la bici, así que hecho pie a tierra y empujo la "Santiaguera" con todas las fuerzas que tengo.  Paso a paso y ayudado de los frenos de la bici para conservar la posición ganada, acabo llegando de nuevo a la carretera M-607 que pasa por la puerta del hotel.

 

La guía recomienda no cruzar la carretera para seguir por la senda que tenemos de frente, sino tomar la M-607 y continuar por ella hasta que la carretera vuelva a encontrarse con el camino a la altura del Restaurante Fonda Real. Yo no estoy muy por la labor y hago lo contrario de lo recomendado.  No me arrepiento, si me gustase la carretera no tendría tres bicis de montaña en el recibidor de casa.

 

Subo el talud por camino empujando la bici, el terreno es más llevadero que la parte hasta el hotel.  Enseguida el camino es ciclable y vuelvo a progresar montado en la bici. Sí, en el camino tengo que bajarme y abrir alguna portezuela para el ganado, pero no lo considero ningún problema.

 

Ya en el otro lado de la carretera, junto al Restaurante Fonda Real inicio un descenso por pista asfaltada. No llevo ni dos kilómetros cuando dos flechas me señalan la salida por un camino a la izquierda, lo tomo.  Mis decisiones se alejan de las recomendaciones de la guía, sin embargo hasta el momento acierto con todas ellas.

 

El sendero es bonito y disfrutón, sin darme cuenta aterrizo en Cercedilla, tomo la Carretera de las Dehesas y, tras tomar agua en una fuente, ya no me detendré más hasta la barrera que da acceso al inicio de la pista conocida como "Carretera de la República".  Ha llegado la hora de la verdad.  Hasta aquí no me puedo quejar, se puede decir que lo he pasado bien.  

 

No es la primera vez que estoy aquí, tengo vagos recuerdos de la pista. En bici la he subido varias veces, pero desde la última muy bien pueden haber transcurrido 17 ó 18 años. En mis recuerdos sólo tengo la imagen del Mirador de la Reina y la sensación de no ser un puerto duro.

14h17m Inicio de la Carretera de la República

Ganar el Puerto de la Fuenfría lleva unos cuantos kilómetros de subida constante. Con la bici cargada con las alforjas ni se me pasa por la cabeza hacerlos del tirón, así que paro ha hacer las fotos que considero, a llenar la cacharra de agua cuando doy con una fuente y a admirar el paisaje desde el Mirador de la Reina.  La subida con el peso del equipaje se hace dura pero dándome respiros no lo paso mal ni me desgasto demasiado. El entorno natural ayuda lo suyo a mantener la motivación. .

 

"No basta con enseñar a conocer la naturaleza, sería necesario enseñar a amarla"

 Después de El Mirador de la Reina la pendiente cede y se alcanza un alto, la pista sigue recta sin descender pero el lugar me es conocido.  Tras preguntar a otro ciclista, me llevo la grata sorpresa de haber finalizado el ascenso. Acabo de coronar el Puerto de la Fuenfría.

El colega ciclista que me ha dado la buena noticia también porta alforjas, así que le pregunto si se dirige a Santiago, pero no, el termina  su viaje en Segovia.

Antes de verle descender por la carretera de la República le pido que me saque una foto para la posteridad.  El viaje empieza a parecerse a un viaje.

16:00 horas Puerto de la Fuenfría

En el puerto, de nuevo, se abre una disyuntiva, se puede bajar continuando por la Carretera de la República o por lo que queda de la Calzada Romana. De nuevo decido alejarme del criterio de Juanjo Alonso, no es nada personal, pero me parecía interesante pasar por las citadas en su guía, ruinas de la Venta Casarás (Que luego no identifico), y porqué de su redacción parece inferirse que de la calzada romana más bien quedan restos testimoniales y que en general el tramo es ciclable. 

A más inri puestos ha seguir un itinerario histórico, la Calzada romana está datada entre los años 69 y 79 después de Cristo y atribuida al emperador Vespasiano... Vamos que es prácticamente contemporánea al Santiago cuya tumba pretendo visitar. Elección tomada.

16:10 horas. Alto de la Fuenfría, Foto mientras repaso la guía y elijo entre continuar por la Carretera de la República o la Calzada Romana

16:23 Caída sin conscuencias poco antes de la Fuente de la Reina

Voy muy contento, parece mentira que ayer estuviese pensando en abandonar.  Encaramado en el subidón dejo que la bici traquetee alegre por algunos vestigios de la vieja calzada romana.  De repente veo como mi alforja de manillar sale despedida y cae delante de mi rueda delantera, imposible esquivarla, me la como con patatatas e inicio la caída.  

Todo pasa a cámara lenta veo unas piedras grandes contra las que no me conviene caer y consigo hacer un malabarismo para aterrizar lejos de ellas.   Me acabo de dar un hostión.

No me gusta alardear de ello porqué nunca sabes cuanto puede durarte la suerte, o cuando puede dimitir definitivamente tu ángel de la guarda.  Pero hasta la fecha y en cuanto a caídas de la bici se refiere, y me he llevado unas cuantas, suelo tener la suerte de cara.

Me levanto del suelo lleno de tierra pero entero, un hilillo de sangre rueda desde mi rodilla.  La bici parece sana y salva. Todo en orden. Sigo camino.

 
Fuente de la Reina - "Brota con sus aguas limpias y puras a unos 3 kilómetros del puerto de la Fuenfría. Era lugar de parada y descanso tras las fatigas del viaje desde Madrid". En 1788 se abre el camino por el puerto de Navacerrada y el viejo camino de la Fuenfría será definitivamente abandonado.

 Desde Fuente de la Reina se toma de nuevo la carretera, la guía es en este punto confusa, parece que indica que se puede seguir por camino... Yo no lo ví.  Tampoco se rueda mucho por carretera, en una curva cerrada las flechas amarillas nos sacan por una pista que se abre a la derecha.  El Camino sigue atravesando un pinar hasta que las praderas se hacen paso entre el bosque.

17:07 Vertiente Segoviana.  Praderas de Valsaín.

Poco a poco la Fuenfría va quedando atrás y en el horizonte se empiezan a vislumbrar pueblos segovianos que no sé identificar.  Esta parte sigue siendo gozosa y tan solitaria que me siento un privilegiado de tenerla sólo para mí.  Ventajas de este ramal del Camino de Santiago.


Poco antes de dejar atrás la zona boscosa y bajo un sol de justicia me cruzo con dos ciclistas recostados bajo una buena sombra ¿De dónde vienes? ¿A dónde vas? me interpelan.  "Vengo de Madrid y voy hacia Santiago de Compostela"  -¿Cómo puedes pedalear con este calor?  "Pedaleo porqué quiero terminar la etapa y tomarme una cerveza".  Después de las risas, recibo mi primer "Buen camino".
17:40 horas. Guadarrama ha quedado atrás. En el horizonte, los primeros pueblos segovianos.
El camino deja atrás la sierra de Guadarrama y se mueve en un entorno cada vez más industrial.  La flecha amarilla me guía.  A veces dudo de si no me habré pasado algún cruce, entonces vuelve a aparecer y una sensación de seguridad me recorre de arriba abajo. 


Por fin entro en la ciudad de Segovia, al poco de entrar en el casco urbano despisto las indicaciones amarillas.  Tampoco las necesito, por una calle u otra se que tengo que llegar al Acueducto Romano y no hay nada más fácil de encontrar en esta ciudad castellana.
18:12 horas. Segovia - Acueducto Romano

He visto esta monumental obra hidráulica decenas de veces y  me sigue pareciendo grandiosa. Ver mi bici apoyada en uno de sus pilares, entre el ajetreo de los segovianos y los turistas que visitan la ciudad, no consigue hacerme sentir fuera de sitio. No estoy simplemente de paso.


En la misma Plaza del Azoguejo consulto la guía buscando referencias que me lleven al reencuentro de la flecha amarilla. Esta vez no hay lugar a disyuntivas, la Calle San Juan que sigue el Acueducto es el lugar indicado.


 La ruta no sigue el camino más directo hacia el lugar de destino sino que en su recorrido procura dirigirte por los lugares y monumentos más emblemáticos que atraviese,  tal y como hará siempre ya se trate de una ciudad importante como Segovia o de una pequeña población con apenas tres calles.
18:36 hors. Catedral de Nuestra Señora de la Asunción y San Frutos.

En este caso me hace circunvalar Segovia hasta llegar a su plaza Mayor, pasar por la fachada de su catedral y bajar hasta la entrada del Alcázar, desde allí en un cerrada curva hacia la derecha baja a  buscar una de las antiguas puertas de las murallas de la ciudad. Mostrando el camino que muestra, como no iba a llamarse "Puerta de Santiago"
18:46 horas. Segovia. Puerta de Santiago.
18:55 horas. Alcázar de Segovia. Vista desde la Iglesia de La Vera Cruz
La bajada es rápida, emocionante, pero dura poco.  Entre mi bici y  Zamarramala media una buena rampa.  No hay recompensa sin esfuerzo. Estoy cerca.  Por el camino, me detengo a ver de cerca la fachada de la Iglesia de La Vera Cruz atribuída a la Orden Templaria, desde donde se contemplan unas magníficas vistas del Alcázar.  Me hubiera gustado visitar la iglesia por dentro, pero hay que pagar entrada, creo que 6 euros y cierran en 15 minutos. La ecuación no es propicia.

Iglesia de La Vera Cruz
Cruceiro y carretera a Zamarramala desde la Iglesia de la Vera Cruz
Las flechas amarillas me muestran el camino hacia Zamarramala continuando por la carretera.  A mi derecha, al otro lado de un muro que me separa de un terraplén veo un camino que se inicia en la Iglesia de la Vera Cruz y termina en lo alto del pueblo.  Teniendo la señal amarilla la intención de guiarme hacia Santiago siempre que sea posible por pistas y caminos, no entiendo como se salta este tramo.  A estas alturas de la rampa, sin embargo,  no estoy por la labor de desrodar lo rodado para tomar un sendero de menos de un kilómetro.  

La carretera CL-607 me enseña la entrada a Zamarramala al final de la cuesta. El albergue no tiene pérdida, la fachada trasera está a pie de ruta. En  dos minutos franqueo su entrada.  Lo he vuelto a lograr.

21:32 horas. Albergue de Zamarramala - Mi bici y mi ropa junto a la del "ciclista calvo"

El hospitalero me recibe y me explica el funcionamiento de la instalación que,  al igual que en Mataelpino, es muy flexible con la hora de  salida. Me toma los datos y me cobra 7 euros... Todo es perfecto, el albergue está francamente bien y a penas somos tres inquilinos, una coreana, un ciclista calvo y yo.

El ciclista calvo y la coreana han elegido extremos opuestos de la habitación, así que elijo una litera equidistante de los dos. Por diferenciarme aun más de ellos, escojo la cama de arriba.  Nos hemos distribuido como si estuviéramos peleados.

Me ducho, lavo la ropa, la  tiendo y dedico unos minutos ha estirar el cuerpo que hoy ha batallado bien. Estas tres actividades, en el orden mencionado serán un ritual que alteraré muy poco a lo largo de los días venideros.


Hablo con Gema y doy señales de vida a la familia.  No hay tiempo para mucho más, hay que buscar sitio para cenar.


La Coreana es más rara que un perro verde, evita cualquier tipo de contacto visual o verbal,  me da que la falta un tornillo.   El calvo es dicharachero, vallecano, majete y tiene sentido del humor. Ha hecho en un día lo que yo he hecho en dos, pero yo me he ceñido más que él al Camino...  ¡Chúpate esa Pepe!

Hago migas con el calvo y vamos juntos en busca de la cena.  Tampoco hay mucho que buscar.  Este pueblo tiene un bar que se llama "La Alcaldesa" y allí acabamos.

El nombre del bar deriva de la Fiesta de Las Águedas (5 de febrero) en la que se eligen dos alcaldesas que gobernarán el pueblo durante dos días, en homenaje a la ayuda que prestaron las mujeres zamarriegas en 1227 para recuperar el Alcázar de manos sarracenas.

Durante la cena, Pepe que así se llama el calvo, me pone al día de su etapón. Me cuenta que le pega a la bici de carretera y a los maratones, mientras lo hace se fuma un par de cigarros. También me cuenta que no es su primer camino. Pienso para mí que al ritmo que va se planta en Santiago en 5 días.

La cena es escasa en cantidad pero no en precio.  La falta de competencia es muy mala para el bolsillo peregrino. (10,20 euros Una hamburguesa sin patatas, un helado y dos Coca-Colas)

Después de cenar regresamos al Albergue y ya en la cama vuelvo a wasapearme con Gema, otro hábito que no cesaré de hacer hasta Santiago. Tras despedirme caígo dormido inmediatamente.

martes, 22 de agosto de 2017

Camino de Santiago desde Madrid en bici: CapítuloV. El Viaje. Etapa I: Madrid-Mataelpino


Viernes 11 de agosto de 2017 - Primera etapa: Madrid (Carabanchel) - Mataelpino. 

66,77 Kms. Tiempo de pedaleo 5 horas y 3 minutos. Velocidad media 13,3 Km/h Velocidad máxima 44,5 Km/h


 El día de la partida acabó por llegar. Desperté con un cambio de última hora en la cabeza, fue como una revelación: Nada de llevar el Camelbak (mochila de hidratación), en su lugar usaría el sistema tradicional de portabidón y cacharra de agua.  El equipaje preparado, la bici a punto y el plan en marcha. Relojes a "cero" empieza la acción.

Alforjas y resto de bártulos fueron introducidos esa mañana en el maletero de "El Pollo" listos para que Gema los transportase al albergue de Mataelpino lugar de finalización de la primera etapa.

La bici y yo recorrimos los tres Kilómetros habituales de distancia al curro cargados con una mochila que llevaba la equipación ciclista que usaría después.  Todo en marcha.

La mañana se me hizo eterna, y durante ella tuve otra revelación: sí sustituía el Camelbak de 3 litros por una sóla cacharra de 1 litro quizás estaba haciendo un pan como unas tortas.  Así que, durante el desayuno, compré en una tienda cercana un nuevo portabotellas adaptable a cuadros sin soporte y una cacharra con medio litro largo de capacidad extra de agua.

Un cansino reloj que parecía no querer avanzar señaló por fín las dos de la tarde, me levanté como un resorte, me despedí de los compañeros, bajé al patio, cogí la bici  y rodé los dos kilómetros que me separan de  "El Taller" para a instalar allí el nuevo portabidón, cambiarme y salir escopetado 15 minutos más tarde.

Iluso.  Tardé dos horas en instalar las dos bridas que sujetan el portabidón ¡Dos horas!  Durante su transcurso me desesperé, pataleé, grite y blasfemé hasta dejarme la garganta.  Me costó un mundo y me reventó el buen Karma del día.

Casi a las 16:00, sin haber comido nada desde las 11 de la mañana, monté en la bici y empecé el viaje.

"El Taller" Km 0. 15:50 horas.
Tras dejar atrás Carabanchel por la el Puente de Toledo y subir la calle del mismo nombre, pedaleé por el Madrid más bonito hasta la Parroquia de Santiago y San Juán.  No me hizo falta entrar, el sello que certifica el comienzo de la biciperegrinación ya estaba estampado en mi credencial desde el día anterior. Los buenos augurios solicitados, las encomendaciones... Todos los rituales cumplidos y el reloj finalmente desperezado empezó a hacer volar el tiempo.


16:09 Parroquia de Santiago y San Juan.  Inicio oficial de la Peregrinación.
Recorro el Madrid castizo por la calles mencionadas en la guía de la Asociaciación de Amigos de los Caminos de Santiago de Madrid hasta tomar Bravo Murillo que recorro desde la Glorieta de Quevedo hasta desembocar en la Plaza de Castilla.

Dejando atrás las Torres Kio en la Plaza de Castilla seguí la Castellana en el sentido de la circulación hasta esta pasarela peatonal que me dejaba a pie de los nuevos rascacielos
En esta plaza, según la guía de la Asociación y la de Juanjo Alonso, comienzan las flechas amarillas que me guiaran hasta Santiago, pero no doy con ellas. 

En los últimos meses se están cambiando de color farolas y semáforos, que pasan del verde oliva tradicional a un nuevo color plateado.  Sospecho que esta operación ha podido acabar con algunas de las señales amarillas y sin darle más vueltas y con el reloj avanzando cada vez más rápido, tomo rumbo hasta las Cuatro Torres que ocupan el lugar de la antigua Ciudad Deportiva del Real Madrid, último punto de referencia que tengo memorizado.

Bajo la torre con el cartel de la consultora KPMG logro localizar la primera señal,  una gota de optimismo en un viaje que no ha arrancado muy bien,y me lanzo en su dirección a la búsqueda de la siguiente flecha amarilla.  Acabo de iniciar lo que se convertirá en un modo de vida durante los próximos diez días.


16:53 horas. Mi bici, apoyada junto a la primera flecha amarilla del Camino.  Comienzo un viaje creado e instaurado a principios del siglo IX a bordo de un invento de 1785.  El contraste con los abrumadores rascacielos del siglo XXI me hacen parecer fuera de tiempo y lugar.
Las flechas amarillas van saltando de calle en calle  muchas veces en el sentido contrario al de la circulación y me veo obligado a ir por aceras no siempre cómodas. En algún cruce pierdo el rastro y tengo que ir y venir hasta dar con la dirección correcta.  En esta ocasión sospecho que algunas han desaparecido bajo el empuje graffitero.


17:33 horas. 665 Kms. hasta Santiago. Primer hito jacobeo junto al Cruceiro  de Fuencarral. En este punto llevaba recorridos 24 de los 689 Kilómetros oficiales del Camino de Santiago desde Madrid.
La travesía urbana desconocida termina cuando avisto el cementerio de Fuencarral.

 He tardado mucho en llegar hasta aquí y se trata de la parte fácil.

A principios de semana había  avisado al Albergue de que llegaría sobre las 9 pensando que contaba con un margen de dos horas. A estas alturas el reloj ya desbocado se ha merendado el margen. El tiempo empieza a presionarme, puedo encontrarme el Albergue cerrado y voy a hacer esperar a Gema. Estoy agobiado y con el estómago vacío.  Esta etapa está lejos de ser festiva.


17:27 horas. Cruceiro junto al Cementerio de Fuencarral y el Km 58 del anillo ciclista


Cruzo el anillo ciclista por su kilómetro 58 y por fin mis ruedas abandonan el asfalto. Pedalada a pedalada, kilómetro a kilómetro ruedo por caminos y pistas que me conducen entre descampados, propiedades agrícolas y ganaderas, la flecha amarilla suele aparecer justo cuando empiezo a echarla de menos.

18:06 horas. Entrada clausurada al Monte de El Pardo.
A la altura de la pasarela peatonal de Tres Cantos el camino me devuelve al Carril Bici de Colmenar pero no será por mucho tiempo. Cuando en el otro lado de la carretera asoma el Hotel Foxá Tres Cantos ó Eurostars Madrid Foro o como quieran llamarle, y en nuestro lado, unas casetas del Canal de Isabel II  es el momento de tomar una pista de tierra que nos bajará al cauce del Arroyo Tejada (seco en esta época) que cruzaremos once veces y que nos colocará en la rampa de llegada a Colmenar Viejo. El desvío no tiene pérdida posible, la flecha amarilla es perfectamente visible en este punto.

No hay nadie a la vista por estos andurriales, ni ciclistas ni senderistas ni paseantes, nadie. Me gusta la sensación y también me intimida ¿Y si pasa algo?

Los móviles han relajado la sensación de desamparo.  Yo cargo con uno nuevo especialmente comprado con motivo de este viaje.  El GPS de mi viejo BQ no se encontraba ni así mismo y la batería apenas duraba un día.  De facto ya he tenido que hacer uso de él.  Gema hoy será mi ángel de la guarda y Pepa su escudera. Gracias al móvil conoce tanto mi postpuesta hora de salida como mi rodar lento y, también ha tenido que hacer de coche escoba y pasar por el Taller porque con el agobio por salir me he dejado allí parte de la intendencia necesaria.

19:20 horasErmita de Santa Ana
La llegada a Colmenar se hace por unas rampas duras, que nos llevan por la tapia del Cementerio de Santa Ana. Justo antes de llegar a la glorieta que da acceso al casco urbano, la sencilla ermita del mismo nombre  tiene a su vera sitio donde sentarse,  un  cruceiro de piedra y una fuente . El conjunto será pronto común en los pueblos que atraviesa El Camino.

La flecha amarilla nos guía por calles que nos llevan hasta la Basílica de la Asunción de Nuestra Señora, junto a su fachada principal me esperan Gema y Pepa.

19:32 horas. Basílica de Nuestra Señora de la Asunción.
Los viajes mochileros, los de escalada y el cicloturismo tienen algo en común que los hace adictivos: reducen las necesidades vitales a lo esencial y por tanto es fácil sentirse feliz. Quiero a Gema y a Pepa y necesito la comida que me facilitan. La parada es corta pero en ella he obtenido exactamente todo lo que necesitaba.

Las flechas amarillas me guían por Colmenar Viejo, cruzo la Avenida que circunvalan la localidad y tras atravesar la calle Pilar de Zaragoza y cruzar un parque, salgo de nuevo a pista por la Cañada de los Gallegos.  El Camino se va complicando técnicamente y antes de cruzar las vías del tren tengo que echar pie a tierra.  Ser precavido a estas alturas de la tarde es invertir en la supervivencia de mi viaje a Santiago.

Las flechas amarillas solucionan un paso bajo la carretera M-607 y me hacen cruzar el Puente de El Batán, también conocido como Puente Medieval.  A partir de aquí comienza un tramo muy técnico en el que agradezco no ir cargado con las alforjas.  Además de la dificultad añadida, la bici ya sufre bastante rebotando entre piedras  como para encima añadir el estrés mecánico del peso de las alforjas.

En algún pequeño tramo tengo que empujar la bici, pero básicamente salgo de allí subido sobre el sillín.

Poco a poco el camino vuelve a mejorar y se acaba convirtiendo en una pista cómoda.  Voy fastidiado por el cansancio y el roce del sillín en el culo y para rematar, empiezo a sentir fuertes calambres en una pierna que me hacen bajar de la bici y parar 5 ó 10 minutos.   Hacía mucho tiempo que no me pasaba. Bebo agua en abundancia porqué sé, que aunque he bebido a pequeños sorbos continuamente, puede ser un síntoma de deshidratación. Cuando cesa el ataque, monto despacio en la bici e inicio la marcha con un pedaleo suave y conservador.

Agradezco mucho divisar por fin Manzanares el Real y acometo la bajada hasta el pueblo relajando las precauciones por las ganas de llegar.

El sol se bate en retirada y me veo obligado a cambiar de gafas. Cada minuto cuenta y cuando tomo la calle de Peña Sacra se que ya estoy pasado de tiempo.  Dejo la barrera de entrada a La Pedriza a la derecha y justo al  tomar la pista que circula pegada a la izquierda del Parque me doy cuenta de que he pinchado la rueda delantera.

Son las 9:05, llamo a Gema para que a su vez avise al albergue. Intento hinchar la rueda y hacer que el líquido antipinchazos haga su trabajo, pero no hay manera de recuperarla.  La cámara no retiene el aire y cuanto más hincho más pringo todo con el líquido antipinchazos.

Me toca poner patas arriba la bici, quitarle la rueda y desmontar la cubierta.  Me cuesta lo mío.

Con la botella que me queda llena de agua limpio el desaguisado pringoso del líquido antipinchazos, no soporto su tacto y ya estoy suficientemente nervioso.  No había pinchado en años y me ha tenido que tocar hoy, aquí y con una cámara antipinchazos recién puesta. Si esto es una prueba me está llevando al límite.

Desde la Ermita de San Isidro de El Boalo el camino es totalmente desconocido para mí, se que no estoy lejos pero no se lo que queda.  Estoy muy agotado y la noche hace retroceder a la luz del día con un empuje cada vez más firme. No he disfrutado nada quiero acabar ya.

Es prácticamente de noche y estoy demolido física y mentalmente cuando entro en Mataelpino.  Está demasiado oscuro para localizar las flechas amarillas así que sigo la calle principal a la búsqueda del Albergue, cuando la calle completa una curva de 180 grados rebaso un Ibiza amarillo más que familiar  "El Pollo"  Enseguida salen Gema y Pepa a mi encuentro.  El Albergue está allí mismo son las diez menos veinte.  Lo he conseguido pero estoy exhausto, no puedo con mi vida y estoy desmotivado con el viaje.

Gema despliega su magia como hace siempre  en las ocasiones en las que me vengo abajo, tocando las teclas precisas para ponerme en la dirección correcta: Llama al del Albergue, me manda a la ducha, coge mi ropa la lava, me invita a cenar a la Hamburguesería Wallabies y me devuelve el ánimo. Pepa sabe que me voy y está rara, no le gustan las separaciones.

Son cerca de las 12 cuando nos despedimos.  Me voy a la cama lleno de dudas.  Espero simplemente haber tenido un mal día.  Mañana me espera La Fuenfría y una bici cargada a tope con las alforjas.  Tampoco es que pueda darle muchas más vueltas, me quedo dormido enseguida.