domingo, 30 de noviembre de 2008

A veces, aquello que nos empuja, que nos da razones para vivir, que nos hace felices, diluye su efecto positivo abrumado entre obligaciones, problemas y una guerra a muerte contra el reloj... A veces, cuando llega el fin de semana estamos tan agotados, que no tenemos energía suficiente para dedicarnos a nosotros mismos... Entonces llega la desmotivación, normalmente disfrazada de pereza y en vez de disfrutar de tus dos días , te arrastras cual alma en pena esperando que llegue el lunes para volver a ajustarte los grilletes.

En esas me andaba yo y ni siquiera lo sabía, lo he averiguado hoy en El Vellón, cuando a pesar del frío reinante en toda la Comunidad de Madrid, he notado el agradable picorcillo del sol de invierno, la calidez de una roca que mira al Sur y la compañía de mi chica y un puñado de amigos con los que cualquier cosa es más agradable.