jueves, 3 de febrero de 2011

Entremeses Montañeros.

Hacía tiempo que no lo hacía y no será porque no me guste... El caso es que el tiempo de libre disposición es, para la mayoría de los mortales, un bien escaso y hay que elegir bien donde invertirlo. En nuestro caso, casi siempre que podemos optamos por la escalada, evidentemente no porque no nos guste hacer otras cosas, sino porque la escalada es la cosa con la que, hoy por hoy, más disfrutamos.

El caso es que la climatología adversa nos ha movido los papeles del guión y nos hemos visto agradablemente empujados a disfrutar de la montaña de otra manera. Así, el último sábado de enero, nos apuntamos a unas prácticas invernales que organizaba altruistamente el Club de Montaña Pegaso y que, a decir verdad, no salieron bien por la nieve recién caída. Reduciendo la cuestión a lo simple, resultó que la montaña estaba demasiado segura como para ensayar maniobras de seguridad.

A pesar de todo lo pasamos bien, andar por el monte forrados como astronautas junto a un nutrido grupo de entusiastas montañeros, fue una experiencia grata y también lo fue dejar morir el día junto a Almudena, Antonio y Zulema poniéndonos hasta las trancas de su generosa hospitalidad.

El domingo mi media naranja tuvo que declinar la asistencia a la nueva cita montañera por razón de una oposición que se merece más que nadie aprobar. Así que, no hubo más remedio que hacer de tripas corazón y enfilar para la Pedriza sin Gema pero con la Pepa y acompañado por el Alfons, Zule y Antonio.

Una vez allí confirmamos que no había condiciones para disfrutar escalando, así que nos calzamos las botas de treking y nos pusimos a andar por la Senda Maeso sin saber muy bien donde nos llevarían nuestro pasos.

Durante la marcha Antonio arreglaba el mundo judicial ante un atento Alfonso y, Zule y yo, terminábamos de rematar los flecos que iban quedando sueltos.

Metro a metro y al tran tran nos fuimos adentrando en La Pedriza. De cuando en cuando Alfonso nos mostraba alguna vía solitaria en algún risco aún más solitario, haciéndonos parar unos segundos a contemplarla "extasiados"; Otras, nos sorprendíamos ante el paisaje espectacular de la Pedriza cubierta de una nieve sin pisar que esperaba ser estrenada por nosotros.

Sin darnos casi cuenta llegamos a la Pradera del Yelmo... La ruta se me estaba haciendo corta y me apetecía enriquecerla compartiendo con mis colegas uno de los rincones más alucinantes de La Pedriza, como es para mí la Lagunilla del Yelmo... Sin embargo con la niebla y por tener un día tonto en cuanto a la orientación no terminé de ubicarla a pesar de llevar conmigo el GPS y el waypoint marcado.

La niebla entre tanto se espesaba y se desespesaba, a ratos llovía y a ratos parecía querer nevar, y sin embargo, con la maquinaría en marcha parecía que estábamos bajo las mejores condiciones posibles para disfrutar de La Pedriza en todo su esplendor.

Descendimos por el camino que sube desde "Casa Julián" y al llegar a la Gran Cañada, la atravesamos hacia el Norte hasta enlazar de nuevo con la Senda Maeso.

Se nos estaba agotando el camino cuando esta vez sí, tomamos un pequeño desvío, para dar con otra pequeña joya pedricera la "Cueva del Ave María" probablemente uno de los mejores lugares "refugio" de la Pedriza. Lástima que esté tan apartada de las principales zonas de escalada... Aunque pensándolo dos veces, mejor que esté precisamente ahí, algo escondida para los de mi especie.

Pepa, Cora y Tula, la sección canina, se lo han pasado como humanos... Pero los humanos podemos entrar en los bares y pedirnos unas birras y unas pizzas, por eso somos la raza indiscutiblemente dominante. Así que eso fue lo que hicimos y aplicados a la tarea estábamos cuando se añadieron a la empresa Javi y Susana para alegría de los allí presentes (nosotros y los aburridos mesoneros que se llevaron una buena caja cuando todo el bacalao parecía estar vendido ya.

...Y colorín colorado... Otro fin de semana que ha volado...




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