
Existen lugares donde te gustaría pasar una vida. Se reconocen como los amores a primera vista, pues los síntomas, son los mismos: Hormigueo en el estómago, carne de gallina, pupilas dilatadas, frases inconexas y un caballo al galope por corazón... En esos sitios, que no se buscan y son raros de encontrar, te sientes bien, cuesta marchar y siempre se quiere volver. Y no solo eso, sino que también quieres llevar allí a la gente a la que de verdad quieres: novia, amigos, familia... y luego observar cada gesto, cada mínima expresión del rostro, con la ilusión de encontrar en ellos, el reflejo de lo que tú encontraste allí.




Quirós, con permiso de La Pedriza, es ese lugar para mí.
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