jueves, 24 de septiembre de 2009

PICOS DE EUROPA, - LOS ANTIHÉROES III

...Nos despertamos con el mismo criterio del día anterior, 15 minutos antes de la hora tope para poder desayunar. Esta vez lo hacemos con la muy bienvenida compañía de Mar. Después de un rato salimos buscando el sol. En la misma tarea encontramos al Gañote, que planea unirse a una cordada una vez que terminen de escalar una vía en la cara Oeste. Su intención hasta entonces es "fumarse 4 porros y echarse la siesta al sol".

Le acompañamos durante la primera parte de su plan y le abandonamos justo para que pudiera iniciar la segunda.

Recogemos la tienda, organizamos nuestras macro mochilas e iniciamos el regreso, esta vez vía Pándebano a donde llegamos del tirón. A partir de ahí cogemos la senda que lleva a Bulnes y empiezan mis penurias. Las piernas a penas me sostienen, todo mi tren inferior está dolorido y camino como si estuviera pedo. Gema se enfada conmigo y me obliga a comer y beber, yo me pongo borde, que es como gestiono generalmente mi impotencia ante los elementos. Despacio, despacio llegamos a Bulnes, nos lanzamos al primer bar que encontramos abierto y nos apretamos dos acuarios y una ración de patatas al cabrales. Mano de Santo. 20 minutos después todo vuelve a funcionar y nos lanzamos sendero abajo camino de Puente Poncebos.

En el último Kilómetro me vuelven a fallar las piernas y las fuerzas, Gema también va chunga pero no se queja, ni se para, simplemente va al ritmo que puede ir.

Enciendo el móvil y enseguida me entra una llamada, es Manu para decirme que están en un bar en Poncebos... y allí nos esperan.

Reventados cruzamos el puente y subimos hasta la carretera, 25 metros después estamos en la furgoneta... no nos lo creemos. Nos quitamos las zapas y nos ponemos las chanclas, cambiamos la camiseta sintética por una limpia de algodón y nos ponemos el pantalón más cómodo que encontramos, en 15 minutos acompañamos a Mar, Manu y su colega de cordada con unas Coca-Colas. Manu me extiende mi arnés y el friend... a la vez que amplifica su sonrisa...

- Aquí tienes madrileño, hoy es tu día de suerte.
- Sí que lo es, mil gracias asturiano.

Esa noche dormimos en el camping "Naranjo de Bulnes", por la sola necesidad de darnos una larga y merecida ducha.

Al día siguiente, nos despertamos sin reloj, pero no demasiado tarde. Nos damos la ducha más necesaria de nuestras vidas y nos apretamos un desayuno de reyes.

Ese día no hacemos mucho, algo de compra, colada y el desplazamiento hacia un área de aparcamiento a pocos kilómetros de Covadonga. Estamos solos y es muy amplia, así que cenamos, nos lavamos los dientes y ándabamos recogiendo tranquilamente cuando un sonido de ramas que hasta entonces habíamos identificado con el viento se intensifica hasta que de repente un rugido nos deja helados. Quiero decirle a Gema que se meta en el coche pero antes de que termine de decirlo la veo cerrar la puerta... Sin perder de vista la espalda, termino de recoger lo que queda y la acompaño dentro de la furgo.

Al día siguiente nos levantamos a una hora prudente, desayunamos y nos unimos a la caravana de domingueros que ascendía a Los Lagos. Dejamos el coche en el parking de la Buferrera e iniciamos camino hasta el Mirador de Ordiales vía refugio de Vegarredonda.

Lo del Mirador de Ordiales era algo pendiente desde que Tere, una muy querida compañera de trabajo, me habló de su existencia. Para terminar de convencerme, bastó añadir que era tal la belleza del lugar, que fue el elegido por Pedro Pidal para su descanso eterno.

Gema había estado por allí de niña y también le apetecía contrastar los recuerdos que conservaba con la nueva visión de adulta.

En un par de horas estábamos en Vegarredonda, subíamos peso, pero nada que ver al día de la subida al Naranjo por la Canal de Balcosín, el vernos liberados del material de escalada y los primeros síntomas de adaptación de nuestras piernas hicieron que nos presentáramos en el Refugio sin sentir agotamiento. Allí paramos lo justo para asegurarnos la litera, comer y preparar una micro mochila con la seta de mi Deuter. Liberados de todo peso nos presentamos en el mirador de Ordiales tras un agradable paseo de una hora.

El paisaje cuando llegas allí es bonito, pero nada destacable sobre el entorno propio del lugar. La sorpresa llega cuando te asomas sobre la inscripción que acompaña a las cenizas del Marqués de Villaviciosa. Realmente fantástico, un precipicio bajo nuestros ojos deja entrever un brumoso valle, las montañas a contraluz rodeadas de penachos de nubes te hacen sentir en el cielo. Un buen lugar para descansar para siempre. El propio Pidal escribió el epitafio que le acompaña:

"Nosotros, enamorados del Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, en él desearíamos vivir, morir y reposar eternamente; pero, esto último, en Ordiales, en el reino encantado de los rebecos y las águilas, allí donde conocimos la felicidad de los Cielos y de la Tierra, allí donde pasamos horas de admiración, emoción, ensueño y transporte inolvidables, allí donde adoramos a Dios en sus obras como Supremo Artífice, allí donde la Naturaleza se nos apareció verdaderamente como un templo."

Cada vez más admirado por este hombre sorprendente volvemos a Vegarredonda para dejar morir el día viendo un hermoso cielo estrellado desde el porche del Refugio.

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