viernes, 23 de marzo de 2018

Escalando en Tailandia 2017. Regreso a la Península de Phra Nang (Railay/Tonsai). Parte IV: Escalada.

Viene de aquí:  
    13 de octubre día de descanso.


    Se ha pasado la mayor parte de la noche jarreando agua y la previsión meteorológica no augura un día diferente. Sin embargo hoy nos dan igual las treguas que pueda dar el monzón, hoy lo que toca es descansar de la escalada y explorar el entorno.

    Salimos de la cama un poco antes de que suene el despertador alertados por unos extraños ruidos en el tejado de la cabaña. Tenemos visita, cojo la cámara, abrimos la puerta y nos encontramos a esta criatura maravillosa desayunando unas ramas de bambú junto a la ropa tendida del porche del vecino.

    Se trata de un langur obscuro o de antifaz, estos monos son completamente herbívoros y mucho más tímidos que sus vecinos los monos cangrejeros.  Para sacarles una buena foto hay que tener un buen zoom y ser rápidos, porque tienen pánico al ser humano y necesitan una amplia distancia de seguridad.

    Como dato anecdótico y relevante para los escaladores, la guía local  advierte que en caso de encontrarnos con ellos en una vía de escalada, hay que tener cuidado, pero no por su reacción agresiva, sino porque a este monito le hace gracia mear haciendo puntería con la cabeza de los escaladores.


    Visita de Langur obscuro o de anteojos a nuestra cabaña del Pasook

    El Langur no es la única  visita del reino animal que tenemos en el día de hoy.  La familia gatuna que ha hecho del Pasook su hogar, ha dormido en nuestro porche a buen refugio de la lluvia.

    Los jóvenes mininos son más independientes y se pasan todo el día explorando, pero nuestra amiga la gata madre, pasa cada vez más tiempo con nosotros, lo que nos agrada mucho y mitiga un poco la falta de nuestra querida Pepa.

    Conocimos a esta preciosa gata en 2014 y ahora está ya hecha una madraza
    Nuestra vecina gata del Pasook en la barandilla del porche de la cabaña

    Lo que mata es la humedad

    En la península de Phra Nang (denominación que utiliza nuestra guía de escalada) o de Railay (como parece ser la denominación más popular y extendida en Internet), lleva varios días lloviendo con intensidad, y la humedad traspasa la estructura de nuestra cabaña de madera, especialmente por las rendijas que quedan entre los tablones del suelo. La circunstancia sería simplemente incómoda y el precio a pagar por tanta belleza,  pero hoy toda nuestra ropa sintética, lavada a mano cada día después de escalar, cuelga sin haberse secado por cada punto de la cabaña.

    En un clima tan húmedo como el tailandés, ponerse ropa de algodón, es un riesgo si el plan es hacer actividad física de cualquier tipo, porque si llueve se nos mantendrá mojada sobre la piel, y si no,  se mojará exactamente lo mismo por el sudor. La ropa sintética absorbe menos agua y seca mucho más rápido, su uso para nosotros es obligado.

    Como no tenemos ropa seca tenemos que ponernos la que está menos mojada y la sensación me resulta difícilmente soportable pero son lentejas y el humor me cambia para mal.

    El camino de la jungla (The Jungle Path)

    Después de nuestro desayuno con doble de café en el Legacy tomamos el camino del interior de la jungla, conocido aquí como The Jungle Path,  rumbo a Railay Este.  Este camino es el único que enlaza Tonsai con el resto de la península sin verse afectado por las mareas. Aunque es un travesía muy bonita, es mucho más larga que las opciones por la  costa y desde luego, aun llevando frontal, no parece la mejor opción para hacerla por la noche con el pie al descubierto por las sandalias.
    
    Camino de la Jungla entre Tonsai y Railay Este

    En 2014, la hilera de chiringuitos y alojamientos distribuidos a ambos lados del camino de la jungla, terminaba a la altura de un rehubicado Mamma's Chicken. Hoy, las construcciones van bastante más allá, hasta el collado en el que ya se inicia el descenso hasta Railay.

    Las cabañas  que se encuentran a esta altura del camino parecen chabolas abandonadas. A su alrededor se ve basura y se aprecia poco cariño por el entorno. Es posible sin embargo, que esta imagen de desolación cambie en unos días, cuando en noviembre de comienzo la temporada alta.

    A pesar de la herida humana, la jungla es espectacular y el camino es un recurso muy válido para llegar a Railay Este.
    
    
    Camino de la jungla que enlaza Tonsai con Railay Este.
    Inicio/Final del camino de la jungla en Railay Este



    La Cueva del Diamante (Diamond Cave)

    
    
    Entrada de la Diamond Cave, por cuya entrada pasa el camino de la jungla que viene desde Tonsai
    Entrada a la cueva del Diamante o Diamond Cave (Railay Este)
    Llegando a Railay Este, el camino pasa junto a la entrada de la Tham Phra Nang nai o Diamond's Cave para los turistasuna de las visitas previstas para hoy.  Pagamos la entrada (100 bath)  y  cumplimos con la economía local.  En la puerta unos turistas chinos quieren hacerse una foto con nosotros, nos resulta simpático y accedemos de muy buena gana, estamos tímidos para hacer lo propio y llevarnos un recuerdo visual de ese momento.

    La cueva no tiene nada que no hayamos visto antes, pero es bonita y merece la pena visitarla, especialmente si se lleva por aquí unos cuantos días y se busca profundizar en el conocimiento de la zona.

    La roca que parece derretirse hacia el interior de la gruta, es la misma que escalamos por su cara exterior. Su capacidad de drenaje es espectacular y la que la hace escalable en cuanto para de llover

    
    Diamond Cave.  La forma de las estalactitas recuerda la cera al derretirse.


    
    Diamond Cave
    Colgada del techo, una colonia de murciélagos nos observa mientras todos los turistas intentamos sacarles fotos que no terminan de salir bien.

    Diamond Cave

    El mirador de Phra Nang (View Point) y la Laguna Escondida (Hidden Lagoon)
    
    Después de darnos una buena pateada para recorrer de cabo a rabo la playa de Railay Este por una pista de cemento que hace las veces de paseo marítimo, paramos a comer en uno de los chiringuitos playeros.   Los tailandeses son gente muy buena y muy amable, pero en las zonas de paso, donde sólo cuentan con verte un día o dos a veces son más secos.  Éste es el caso. 

    Después de comer continuamos el paseo hasta el extremo Sur de la playa, donde están los sectores de escalada One Two Three y Mua Thai Wall, donde tomamos el camino que lleva a la playa de Phra Nang. A pocos metros,  junto a una caseta donde es posible guarecerse de la lluvia, una señal indica el inicio del sendero que lleva tanto al mirador como a la laguna. 
    El Terreno es muy escarpado y es de un tipo de tierra rojiza que con las lluvias se ha transformado en un barro muy resbaladizo que parece arcilla. Por suerte, o para evitar la siempre desagradable muerte de turistas,  hay unas maromas a las que  agarrarse y tramos con escaleras de bambú para superar los resaltes más empinados de la bajada a la laguna.
    El terreno no requiere conocimientos de escalada, pero como decía es muy escarpado y resbaladizo, y como mínimo se hace necesario llevar unas buenas sandalias tipo Teva. Muchos turistas parecen idiotas y se juegan el físico con chanclas de meter el dedo o yendo con los pies descalzos. Esto que parece que forma parte del libre albedrío de cada uno, en caso de accidente, nos compromete a todos y puede acabar transformando en algo desagradable lo que no debe dejar de ser una bonita excursión.

    Se quiera o no, todo el mundo acaba la excursión con barro hasta en las orejas, por lo que hay que tener extremo cuidado con el manejo de las cámaras para no arruinarlas.  Una vez en el mirador la vista es colosal y muestra a vista de águila gran parte de la Península: las dos playas de Railay,  Tonsai y los acantilados rocosos que nos han traído hasta aquí. 

    View Point entre Railay Este y la playa de Phra Nang.  En primer plano la playa de Railay Este, al otro lado de la manga de tierra, Railay Oeste y al Norte de ésta,  la playa de Tonsai
    Después de recrearnos los sentidos en el View Point, desandamos parte del camino para tomar el ramal que baja a la "Hidden Lagoon". El camino se va encajonando en una especie de tubo con pendiente cada vez más abrupta por el que desagua el agua de la lluvia que acaba alimentando la laguna.

    
    Camino de bajada a la Hidden Lagoon, en épocas de lluvia es muy resbaladizo, sin esas cuerdas la visita sería bastante peligrosa
    Bajada a la Hidden Lagoon o Laguna escondida. Unas cuerdas ayudan a que los turistas no se escalabren.

    Por todos lados hay chanclas abandonadas, en una muestra de lo que les importa a muchos el paisaje que han venido a ver y el entorno natural en el que están.  Me pongo de mala leche con esta gente de comportamientos destructivos a la que todo les importa un pimiento ¿Por qué vienen?  ¿No hay otros destinos más adecuados para esta gente, en el que su desprecio a la naturaleza no deje huella?

    
    Hidden Lagoon - Phra Nang/Railay - último escalón antes de la laguna
    Último escalón antes de llegar a la laguna, una nueva escalera de bambú hace posible el acceso.
    
    Escaleras para salvar los pasos más delicados de acceso a la laguna escondida
    Es posible que estas escaleras hayan sido colocadas no hace mucho tiempo.
    Otros muchos blogs solo mencionan cuerdas fijas en los pasos más complicados.

    Tras un emocionante recorrido de bajada, por fin llegamos a la laguna.  Tenemos la suerte de estar solos y la podemos gozar en exclusiva, como si fuera un pase privado.   Después de tanta lluvia el agua tiene mucha tierra y su color es cenagoso lo que no le quita ni un ápice de belleza al sitio que es realmente espectacular.  Permanecemos allí un rato, tratando de que nuestros sentidos aporten toda la información posible a la memoria para que fabrique recuerdos que nos acompañen durante toda nuestra vida.
    
    Hidden Lagoon con su aspecto de ciénaga por el barro arrastrado por el Monzón
    Laguna Escondida o  "Hidden Lagoon" como la conocemos aquí los turistas.  En estos últimos días del monzón aparece llena del barro arcilloso arrastrado por la lluvia. En otras épocas su color es turquesa y es posible el baño.
    
    Las visitas al mirador y a la laguna escondida, son excursiones imprescindibles  a menos que se tenga un mínimo de forma física.   Nosotros las metimos en agenda un poco por rellenar el día de descanso y la verdad es que flipamos, nos ha encantado y si un día volvemos (que espero que sí) volveremos a hacerlas.

    Una vez de vuelta al camino de la playa, lo seguimos hasta la cercana Phra Nang Beach donde nos quitamos el barro en el mar y finalizamos la jornada viendo escalar a Porn, el único escalador local con el que coincidimos en este viaje, al que vimos escalar por placer. La sensación que dan el resto de guías y monitores de escalada, es la de haber aprendido lo justo para dar un servicio a los turistas, y de tomarse la actividad como una mera forma de subsistencia económica, nada reprochable por otro lado.

    
    Porn en uno de los pocos escaladores tailandeses potentes de verdad. Éste chico, habla un poquito de español que ha aprendido de una reciente visita a España, concretamente a Barcelona donde pudo fogearse con la roca de Montserrat
    Playa de Phra Nang. Porn, escalador local, intentando el reencadene de un 7c+ .
    Porn habla un poquito de español por un reciente paso por Barcelona y se ha fogeado con la roca
    de Montserrat.

    Barqueros en la Playa del Phra Nang. A partir de las 5 de la tarde, poco antes de la puesta de sol, los barqueros inician la frenética actividad de pescar turistas para devolverlos a sus playas de origen dentro de la península, o al continente a las ciudades de Ao Nang o Krabi
    Regresamos a Tonsai de nuevo con el ocaso solar.  La marea está en fase creciente y los primeros metros para ganar el camino de la costa que va por la jungla están cubiertos por el mar.   No queda más remedio que meterse en el agua y avanzar con mucho cuidado para no ser barrido por las olas.  Son sólo 10 metros hasta que se puede ganar altura y avanzar por terreno seco, pero hay que ir muy concentrado para no liarla parda.   Por suerte, esta vez y ya todas las venideras, el frontal forma parte del equipo y no tenemos mayor problema para cruzar.

    Llegamos a Tonsai con el monzón dándolo todo, pero estamos ya mojados del paso por el mar, así que no perdonamos nuestra cita con el Freedom y su cerveza Chang.

    Ya no dejaría de llover hasta bien entrado el día siguiente.


    14 de octubre de 2017 Desánimo por la lluvia

    A las 8 de la mañana estamos desayunando en el Legacy con la moral por los suelos, ha llovido todos los días desde que vinimos, pero en los dos últimos no ha habido tregua.  Tengo empapada toda la ropa y hasta los calzoncillos que llevo puestos.  Estoy bloqueado y solo veo el lado malo de las cosas: que si el muro de Tonsai que nos "encierra", que si los nuevos resorts, que si han construido en el antiguo camino que llevaba a la playa por el lado del Freedom bar, que si la playa está sucia, que si hay mierda a punta pala, que si los anillos de cuerda que protegen muchos de los pasos de las vías llevan sin cambiarse desde hace al menos 5 años, que si esto o que si lo otro. 

    No me estoy sabiendo adaptar a las nuevas circunstancias ni a las posibilidades del sitio, que suele ser una materia en la que me considero especialista.  Por suerte, cuento con Gema que me soporta y me sostiene en estos días, en que lo más fácil es mandarme a tomar por saco.  

    No hemos venido en forma para escalar ni física ni mentalmente, eso es un hecho que nos lastra y nos limita y por alguna razón no somos capaces de vernos aun escalando a resguardo de la lluvia en la playa de Phra Nang.  A veces lo obvio se hace invisible a cabezas bloqueadas como la mía.

    Llevamos una semana en Tonsai y lo que es indudable es que nuestra forma física mejora día a día. Además de la comida tailandesa que es muy baja en grasas, aquí se va a pie a todas partes y en las sesiones de escalada se suda como si se estuviese en una sauna, sobre todo en la primera vía de la jornada.  El resultado es que te vas afinando, y las lorzas retroceden día a día, lo cierto es que sin caer en el narcisismo al verte en un espejo se te levanta un poco la ceja.   No somos los únicos que hemos notado estos "cambios", alguien ha ironizado sobre el tema en el muro que rodea Tonsai encapsulando el asunto en una ficticia medicina llamada "Tonsai Tummy" o "Barriga Tonsai"

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    Escalamos en el One, Two, Three un largo 6a "unnamed" o anónimo, que por fin puedo apuntarme a vista, y cuando nos pilla de nuevo el monzón, emigramos a la playa de Phra Nang para esta vez sí, probar a fondo una de sus joyas asequibles "Little Shit",  6b+ según mi guía y 6c según el resto y mi propia percepción. No cae, pero nos tomamos la matricula y nos prometemos volver a ver no demasiado lejos.

    Regresamos pronto a Tonsai, el día ha ido de menos a más y hemos tomado conciencia de que en esta península hay escalada más allá de la lluvia. La consulta a las webs meteorológicas vaticinan el inmediato fin del monzón y estamos deseando escalar sin descanso.  Nos queda una semana para cambiar radicalmente nuestro ánimo y las impresiones de este regreso al paraíso tailandés de la escalada,, y nos vamos a emplear a fondo.  

    14 de octubre, playa de Tonsai

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