Vamos a dedicar esta entrada a uno de esos componentes del ciclismo, que malos o buenos, nadie saca pecho por tener, ni se flipa contemplándolo, ni se emociona al usarlo. Hablemos de la cacharra.
La cacharra es uno de esos elementos humildes, quizás el que más, dentro de un mundo en el que gastarse 2000 pavos en un artilugio que va a pedales (y no pasa de gama media) se está convirtiendo algo en normal.
Una obviedad: sin bici se puede vivir pero sin beber agua no. Así que, independientemente del coste monetario, concedamos tiempo a un elemento que en sí mismo, es más valioso que todas las bicis juntas.
Mi Orca vino sin portacacharras ni por supuesto bidones... siendo de segunda mano hubiera dado igual porque no están los tiempos para ni ser ni hacerse el poco escrupuloso.
Resuelto el tema del portabidón (Véase la entrada "Portacacharras chino de carbono - Aliexpres") nos pusimos manos a la obra para encontrar una buena opción que que se adecuara a la bici de carretera.
Cacharras Elite Fly 550 |
Tiene su ciencia lo de los portabidones, los hay de varios tamaños y colores, incluso isotérmicos. Yo, que hasta hace poco más de un año me consideraba a mi mismo un escalador (de los de roca), no podía ni imaginar que todo el asunto escondiese tanta ciencia.
El caso es que si bien en la de montaña monto según toca el Camelbak o un bidón de 750 ml, la carretera lleva otra dinámica y lo que se impone en rutas o salidas largas es el doble bidón pequeño, es decir entorno a los 500 ml, de los cuales uno suele ir con agua y el otro con bebida isotónica.
También he visto que en salidas más cortas, hay quien aprovecha el segundo portabidón para poner una "falsa cacharra" que en realidad es un contenedor para llevar herramientas, la cámara de repuesto y otros útiles para salir del paso en caso de avería.
Nos hemos vuelto todos muy pijos con el tema de las bicis, o quizás siempre lo fuimos, el caso es que además de la capacidad y el número de cacharras, está el tema del peso y por supuesto el estético.
Una cosa es que no saquemos pecho por una cantimplora acoplada a la bici y otra muy diferente, es que le pongamos algo que distorsione su belleza. Siempre lo digo, soy macarra pero no hortera y en el caso que nos ocupa soy de los que piensa que bici y el ciclista tienen que parecer salidos del mismo molde.
Establecidos los parámetros de búsqueda, me fui de tiendas sentado en mi silla delante del ordenador con los dedos aporreando teclas.
Es acojonante la variedad de diseños, colores y conceptos, por suerte el que más me gusta es de los más baratos y sin más le doy al enter después de comprobar en la cesta por enésima vez que mi elección era la mejor que podía hacerse.
Las cacharras Elite Fly "maridan" estupendamente con el resto de la bici de la que ya forman parte. |
Y, como ciclistilla típico y tópico, lo siguiente que hice fue someterlos a la báscula:
Primero los pesé juntos, por aquello de salvar la sensibilidad inicial
Así pues parece que cada unidad pesa 55 gramos y medio. El peso oficial son 54 y no dudo que sea así, estos bidones ya se han usado y los he tenido que vaciar para pesarlos y, aunque los he escurrido bien, seguro que algo de humedad se ha quedado dentro. También puede ser porque mi báscula del Lidl no sea tan precisa como la que usan los narcos al pesar la droga.
Los bidones venían con una caperuza plástica y de primeras pensé que era buena idea, porque a veces la tierra del suelo salta a la bici y te la acabas comiendo al beber, pero tras una única salida de 50 kms, constaté que complicaba y ralentizaba la operación de beber.
Siendo el ciclismo un deporte en el que apartar los ojos de la carretera supone un riesgo que puede ser vital, los he pasado por el cirujano (un cuchillo de carne) y he puesto punto y final a su coexistencia.
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