martes, 28 de junio de 2011

Historias del Mountain Bike

Debajo de mi piel de escalador, al igual que bajo los ladrillos de las nuevas civilizaciones, se esconden los vestigios de un joven biker.

Mediante recientes prospecciones y ayudado por una herramienta del presente, mi Giant Trance X3, estoy sacando a la luz un pasado feliz que un día cambió de dirección sin mediar meteoritos, ni grandes hecatombes ni cambios climáticos.

Por contar la razón más fácil, un día mal vendí una Grisley, compré un cuadro Marin de doble suspensión y aquello además de exceder mi capacidad financiera, supuso por múltiples motivos una mala inversión.

Las Zetas de la Pedriza, es una ruta que nunca me apasionó. Totalmente por pista, casi todo subida y una bajada que liquidas en 18 minutos salvajes...  demasiado para un biker que subía fatal y que se acompañaba por un socio que "no sudaba" y que era un crack dando pedales.   La bajada, con una parte de pedalear, no terminaba ambas dos, de quitarme el sofocón de la subida, ni de devolverle el polvo del neumático trasero a mi colega.


Sin embargo, cuando el día 12 de junio me volví a pegar con sus interminables curvas, algo llamado euforia se dedico a segregar todo tipo de químicos en mi cerebro haciéndome sentir sensaciones olvidadas pero gozosas de recordar.

Sobrepasar el comedero de buitres, punto también conocido por el desvío a la Pradera de la Nava, y apretar los dientes en busca del Collado de los Pastores, eran solo el dulce precio a pagar por tanto sudor y resoplido:  Una bajada pistera con curvas de herradura, falsos llanos y en general mucha pendiente.

Me concentro a tope, suelto frenos y me dedico a acelerar, frenar y trazar a la máxima velocidad que mi físico y mi mente son capaces de rendir y gestionar.   En algún momento la bici me hace algún extraño, pero llevar la trazada buena, y la velocidad alta me vuelve a poner vertical sin besar el suelo.   Se me escapa un grito de inmensa satisfacción  ¡Qué pasada!


Cuando llego a Cantoco estoy roto y cedo sin que tan siquiera me lo propongan, a la tentación de tomarme una cerveza y un helado con Gema, que también se había apuntado a acompañarme parte de la ascensión, en su primera salida betetera propiamente dicha (¡y se marcó ya 350 metros de desnivel!) 
...

El día 18 de junio me apunté a una kedada en Cercedilla.  En el parking aparecimos más de 40 tíos y otras tantas bicis... Curiosamente, ni una sola chica.   Quizás sea de los poquitos deportes en los que la presencia femenina no se haya incrementado en los últimos años.   No se si calificarlo de bueno o de malo, pero desde luego si de curioso.

Gestionar un grupo tan grande en una kedada altruista y organizada por el entusiasmo de dos foreros, es bastante difícil a pesar de la buena voluntad de todos.  Aun así, y pese a retrasos varios que se fueron acumulando, la cosa salió bastante bien porque el nivel humano era alto y porque la zona se presta a ello.  Lo mejor, es que al salir de lo que conoces, te pones a prueba como ciclista.   La trialera de bajada con escalones de roca bastante considerables nos puso las pilas a todos y mi ánimo en particular, por las nubes.

Al final casi todo el mundo, a pesar de los retrasos que habían hecho que la hora de terminar se descontrolara un poco, se quedó a compartir una cerveza... y eso dignifica a cualquier grupo y eleva a los altares a cualquier deporte.

Mi reconocimiento y agradecimiento a Acnombela y Luixtreme de los foros de Bike y foromtb respectivamente.


...

Y para acabar, el domingo 26 Gema y yo volvimos a la carga con las Zetas de La Pedriza.  Repetimos porque el recorrido es cómodo para que podamos compartirlo y ponernos en forma, ya que es circular y la mayor parte de subida continua por lo que se pueden apurar las fuerzas hasta el final.  Llegado el momento "peting" das la vuelta y to' pa' 'bajo hasta Cantocochino.

Además yo quería ver si era capaz de hacerla totalmente montado y acabar en la barrera de entrada al Parque (En la anterior ocasión eché pie a tierra unos metros por estar exhausto) y Gema quería llegar hasta el desvío a la Pradera de la Nava que ya tiene 600 metros de desnivel.

Al final ambos materializamos nuestros proyectos.  Yo muerto pero contento y Gema simplemente contenta, sin rastro de cansancio.  Quizás estemos ante una biker escaladora en ciernes, además de ante "Sólo" una escaladora de rocas.

lunes, 13 de junio de 2011

Desbloqueado

17 horas. Cancho Butrón (a mí lo de la "Norte de Tres Coronas" me suena un poco metrosexual). 25º y alguna nube que filtra el sol.  La roca no está caliente y una intermitente brisa evita  que el sofocón de la aproximación nos deje secos antes de empezar.


Hace cinco años menos dos días que visité este sector por primera y, hasta ahora, última vez. Aquella acompañado de Javi y Alberto, hoy del Pepe y la Pepa.

Curiosidades del destino, también nos metemos en las mismas vías... La cosa sale así sin premeditarlo... pero visto desde fuera parece un reseteo del disco duro en toda regla.

Pepe amaga la salida, pero comienzo yo la función, que para eso tengo las cintas colgadas del arnés.  Total, en cuanto me descuide estará el montando las vías y no podré decir nada, los galones son los galones.

Es un 6a+ mantenido ("Tachu"), con las chapas "al estilo del Cancho" es decir más bien a tomar por el ... noble lugar.   Ideal para gente con dudas respecto a la motivación.

Durante  su escalada me planteo, más o menos doscientas veces abandonar, pero ahogo la palabra "pilla" en la garganta cuando pienso en la posibilidad de tener que darle un segundo pegue.

Al tran trán, llego a la reunión y la chapo.  Por encima de mí un enigmático parabolt inicia el camino hacia un segundo largo que no se de qué va...   Sin haberlo pensado mucho pronuncio las siguientes palabras...

-"¿Pepe, qué sale el 2º largo?"

Pepe me dice que 6c... y pienso ¡Ay Dios!  Me va a tocar seguir...   pero enseguida añade  "...pero hay que protegerlo porque el desplome está limpio..."

Lo que pienso acto seguido es "Fantástico.   Una retirada honorable".  Pero lo que digo es un aséptico  "Ok. ¡Pilla!"...  Con una entonación que deja entender algo así como que qué rabia no poder continuar, con lo bonita que sale esa línea que sale hacia el techo.

Luego nos metemos en otro primer largo "El Hijo del Vudú", este más expuesto todavía, y en donde en su día monté un pollo por quedarme a medio camino entre dos chapas y no poder ni tirar para lante ni para atrás.   La voz entonación zen del Javi, con su típico "mueve el piececito" consiguió ponerme de nuevo al abrigo de la chapa definitiva para devolverme al suelo con el careto bastante desencajado.

Hoy ya se de que va, Pepe se disculpa por no haberme dejado montado el Tope Rope...  y yo me quedo dudando un poco sobre si lo dice de broma o en serio... ¿Yo escalando al tope?  Ni desmotivado, ni en baja forma soportaría yo tal afrenta.
Me meto en la vía y... me la meo ¿Pues somos marines o qué somos?.

En realidad sabía que había que coger una vira y no dejarla (cómo para olvidar una cosa así, después de la que monté) y en menos que canta Raphael el tamborilero en Noche Vieja ya estaba de nuevo en el suelo con un nosequé muy güay en la sección del cerebelo que controla el "buen rollo".

Luego le dimos al "Poli Corrupto"  un 6b+ algo más atlético... Bueno Pepe dice que de atlético nada, que lo que tiene es algo más de canto... pero yo digo que es algo más atlético porque después de más de 500 vías encadenadas también me creo con derecho a decir algo y tener razón (aunque tenerla en este caso se que no la tengo).

Lo que no ofrece duda alguna es que la encadeno y la escalo súper bien y queda claro que nadie jamás, y cuando digo nadie jamás quiero decir que nunca antes en la historia de Cancho Butrón y su "Poli corrupto", la había escalado también como yo lo hice aquel jueves 9 de junio de 2011 año del Señor rondando las 20 horas treinta minutos de aquella gloriosa tarde.

Pepe intenta escalar un 7b imitando mi estilo, pero aunque se le ven maneras, el estilo no se imita, se tiene o no se tiene... y lo que se tiene es que rendir a la evidencia.   En mi gran magnanimidad le suelto un "joder tío has escalado casi también como yo"  y él no pudo más que asentir emocionado a duras penas conteniendo las lágrimas.

-¿Quieres darle un pegue?
-¿Estás tonto?  Vamos a tomar una cerveza
-Sea pues.

... Y este es el resumen de la bonita historia de como recuperé parte de la ilusión por escalar y se me pasó el bajón que arrastraba desde hacía ya demasiado tiempo.

El domingo por la tarde en Patones nos volvimos a atar a la misma cuerda Gema y yo y coincidimos por un rato en el mismo sector que Almu, Zule y Antonio...

Como también dice Javi "Niño, esto ya, no hay quien lo pare"