El caso es que este fin de semana ni siquiera la artificial primavera ha podido contener en sus grilletes al viejo invierno y, dado que éste andaba algo cabreado por lo de su secuestro, ha habido zonas del orbe donde a unos cuantos se les han congelado el resto de sus días.
En España, país en el que las catástrofes naturales no suelen golpear ni de lejos con toda su intensidad, los medios no se han cortado un pelo en llamar al fenómeno "ola de frío" buscando quizás adormecer a las masas y rellenar un espacio en el que deberían ir otro tipo de informaciones más sorprendentes... como por ejemplo... bueno... que este no es un blog político.
El caso es que no salimos precisamente de Marqués de Vadillo con los crampones puestos en la mañana del sábado.
La furgo marcaba 2,5º y el viento era desagradable, pero también eran las 10 de la mañana, al sol le quedaban unas horas para ofrecer lo mejor de si mismo y, en combinación con las paredes pedriceras o velloneras que miran al Sur, a veces se obra el milagro y te hacen una estupenda foto escalando en camiseta sin mangas
En todo caso, que no estaba la cosa como para no acudir a la cita con nuestra amada Pedriza, y si se diera el caso que a la tita Pandora le diese por abrir la caja de los truenos, una retirada a tiempo y un socorrido bocadillo en bar suelen saber a gloria bendita... Palabra de Free.
Ataviados con dos forros polares, guantes y gorro iniciamos el sendero de la Garganta de la Camorza sin tenerlo aun claro. Andando a la sombra del pequeño barranco, con la humedad del río y sobre todo con rachas de viento nórdico que desplomaban la sensación térmica, nos arrepentimos de no haber traído las botas y una mochila más apropiada por si hacía falta reconvertir el día de escalada en un buen treking pedricero.
Río Manzanares congelado a su paso por la Garganta de la Camorza |
Llegamos a La Tortuga sudorosos, desde el sendero nos había parecido ver a un valiente escalando una de las vías del extremo izquierdo de su cara Sur... Pero lo que nos encontramos allí no es un valiente, sino un auténtico acantonamiento de gente recia, alegre y gritona que tiene tomado el sector.
Está bien ser obstinado, pero hay que tener cintura. No nos llegamos a poner los arneses. Desde la Garganta de la Camorza habíamos observado el Risco de las Hormigas despejado de toda presencia humana. La mejor excusa para conocer un nuevo rinconcito de La Pedriza, que mira al Sur y que resulta estar algo más protegido del viento.
Nos cuesta lo justo dar con el sector. El sendero es más o menos nítido hasta llegar al vivac, luego desaparece, pero el rumbo parece claro: sin perder altura, continuar dirección Este, o lo que es lo mismo, en el sentido del río. Tras un único momento de duda, damos con un hito, la vista no tarda en dar con el siguiente, ahora el "camino" cambia de rumbo para ascender por una canal, una vez arriba el sector ya está a la vista.
Siguiendo por terreno evidente llegamos a las dos vías del escalón inferior. Como se trata de un pie de vía cómodo, dejamos allí las mochilas y nos equipamos.
Por un lateral alcanzamos el segundo escalón y su única vía, la "Variante Peruana" (6a) que nosotros combinamos con "Hormigolandia" (IV+) en un mismo largo con cuerda de 80 metros.
La combinación resulta bonita y sencilla, pero los seguros están puestos... "para que no roce la cuerda" y cuando una racha de viento del Norte te zarandea en mitad de una placa con la chapa a 5 metros... Pues como que te das cuenta de que tu Fe Pedricera no es a prueba de bombas. Encadeno, disfruto pero temeridades las justas: Igual nos metemos una vía más exigente y lo que era un poco de contracción ojetil se transforma en algo más serio.
Nos refugiamos en las dos vías del escalón inferior, un 6b (Soraya) y un 6c (Héctor Eréctor) de esos que la guía de Barrabés califica de exposición M0 (o lo que es lo mismo, sin riesgo pa tu body).
Héctor Eréctor (6c) |
"Ellos que juraban comerse la vida,fue la vida y se los merendó."
Gema se pega unos cuantos pegues al top rope al 6b y la Pepa tras darse unos cuantos rulos, desconecta y se refugia bajo todo el textil sobrante.
Cuando consideramos que ya habíamos encadenado la sufiente felicidad, y que la cobertura del sol se insinuaba en retirada, recogemos y nos vamos en busca de la civilización... Al doblar la curva del collado constatamos lo que ya sabíamos, el vivac está habitado. Pepa es la encargada de expedir el acta con unos cuantos guaús. El inquilino, con pinta de hermitaño, parece un espíritu bueno y nos dejamos guiar por él en un nuevo sendero que ataja hacia La Foca.
Los copos de nieve aparecieron al principio timidamente aunque al marcharnos, ya tapizaba el suelo una fina capa de "azúcar glas" |
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